TIEMPO DE PAYASOS

Por Jorge Menéndez
Madrid.- Tal y como anticipé, este miércoles aparecieron en televisión, los ministros de Economía, y de Energía y Minas. Lo hicieron en la Mesa Retonta, para darnos una entrega más de «Cuba, el país de las maravillas». Poco a poco, ambos, en lugar de ejercer sus funciones con dignidad, se han convertido en algo parecido a Los Yoyos, aquellos títeres músicos.
Los dos payasos desvergonzados fueron a decir lo de siempre: nada nuevo en estos capítulos. Cuba importa el ciento por ciento de los productos de la llamada canasta básica, que de básica no tiene nada, porque apenas da para vivir tres días, malamente, pero no dicen de quién es la culpa. Reconocieron que ni la leche para los niños menores de siete años pueden garantizar, lo cual, de facto, los convierte en un Estado fallido.
Por otra parte, el arroz de la libreta de octubre está garantizado, aunque no se reparta en tiempo. Lo que no dicen es que está garantizado porque Vietnam lo donó, como hace el país asiático constantemente para ayudar a la dictadura a sobrevivir.
En Cuba se necesitan 700 toneladas de trigo diarias para hacer el pan, el mísero pan incomible que venden en las panaderías más sucias del mundo. Desde luego, también son importadas, porque no las siembran. Y valdría preguntarse por qué no siembran el referido cereal.
Dijeron que se afectará el transporte, pero no sé cómo porque desde hace mucho rato no hay. Una base de ómnibus, sin vehículos, no es una empresa de transporte, y eso es lo que queda en el país. ¿En qué mundo vive esta gente?
En muchos lugares del país, las bombas de agua están rotas y el líquido hay que transportarlo en pipas, con la desgracia de que cada vez habrá menos pipas, porque no hay combustible. Conclusiones: no habrá agua.
Al mismo tiempo, la empresa eléctrica tiene déficit de 500 MW, y decía el ministro de Energía y Minas que, como consecuencia, habrá apagones, cómo si no hubiera habido hasta ahora y las faltas de corriente fueran solo fenómenos coyunturales, para citar frases de ellos mismos.
El año pasado, Díaz-Canel se comprometió a acabar con los apagones. En más de una ocasión alardeó en público y pidió que le dieran la oportunidad de llegar a diciembre para resolverlo todo, pero la situación no ha hecho más que empeorar, simplemente porque están haciendo remiendos en centrales generadoras muy antiguas, que ya no dan para más.
Es hora de invertir el dinero que se roban en el sistema de generación eléctrica y no solo en el turismo.
En Cuba no hay divisas por dos razones: el turismo no levanta por su caótico servicio y porque como no producen nada, tienen la obligación de importarlo todo.
Después de 65 años, los dirigentes cubanos hablan de la leche para los niños de hasta siete años, cuando hace poco más de medio siglo a toda la población le dejaban en el portal de su casa los litros de leche, que nadie se robaba.
Fue duro ver la Mesa Retonta, escuchar lo del transporte en un país que tenía una red de carreteras que te permitía ir desde el Cabo de San Antonio hasta la punta de Maisí. O decir que falta el más vital de todos los líquidos, el agua, cuando había hasta en La Habana Vieja, a donde ahora llega esporádicamente, a veces una vez a la semana, por un rato. O escuchar que hay que importar el ciento por ciento de la canasta básica, cuando antes se producía en Cuba y era de verdad, porque alcanzaba para el mes.

Solo pretendo preguntarle a los señores ministros, para qué tanta revolución. ¿Para llegar a esto? ¿Fue esto lo que nos propusieron en su día?
Cuba es un estado fallido, incapaz de producir nada: Pero eso no es lo mas grave, ni lo que crea más incertidumbre, sino que todo irá a peor, mientras esos payasos y a quienes ellos responden, sigan robando. Yo no veo solución, y el pueblo cubano calla y aguanta.
Mientras eso sucede, Díaz-Canel va por el mundo vanagloriándose de sus vacunas, de desarrollo sostenible, de cambio de matriz energética, y lo dice con enorme desfachatez, dando discursitos en la ONU y en el G-77. Y no pasa nada.
En la próxima Mesa Retonta hablarán del reparto de taparrabos y de velas. Y claro, encontrarán motivos para vanagloriarse y dirán que, al menos, Cuba cumplirá con el objetivo de cero emisiones de CO2.

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