Por José Walter Mondelo
La Habana.- Se cumplen hoy 83 años de la muerte de Walter Benjamin, filósofo, ensayista y crítico alemán, el pensador más original y heterodoxo de la Escuela de Frankfurt. Sus Tesis sobre el concepto de historia (1940), su último texto, hoy es considerado uno de los opúsculos centrales de la filosofía y la política del siglo XX. Según el New York Times, es el filósofo del siglo XX que genera más novedades editoriales en el siglo XXI. Aquí una muestra de su pensamiento.
-¿Qué valor tiene toda la cultura cuando la experiencia no nos conecta con ella?
-La historia es objeto de una construcción cuyo lugar no lo configura ese tiempo vacío y homogéneo, sino el cargado por el tiempo-ahora.
-El hablar conquista al pensamiento; escribir lo domina.
-Nos hemos vuelto pobres. Hemos ido perdido uno tras otro pedazos de la herencia de la humanidad; a menudo hemos tenido que empeñarlos a cambio de la calderilla de lo actual por la centésima parte de su valor. Nos espera a la puerta la crisis económica, y tras ella una sombra, la próxima guerra.
-Si se permite que la fotografía supla al arte en algunas de las que han sido sus funciones, la alianza estrecha y natural que la fotografía va a encontrar en la estupidez de la multitud expulsará y corromperá al arte enteramente.
-El lenguaje del sueño no está en las palabras. Está bajo ellas.
-Cuanto más disminuye la importancia social propia de un arte, tanto más se afirmará en el público el divorcio entre una actitud crítica y el placer puro y simple. De lo convencional se gusta sin criticar, mientras que se critica con disgusto lo que en verdad es nuevo.
-Para elaborar una buena prosa es preciso subir tres escalones: el musical, en el que hay que componerla, el arquitectónico, en el que hay que construirla, y el textil, en el que tenemos que tejerla.
-Se puede decir mucho sobre un hombre por los libros que lleva: sus gustos, sus intereses, sus hábitos.
-La historia la escriben los vencedores.
-Es tarea del traductor liberar en su propia lengua esa lengua pura que está bajo el hechizo de otra, liberar la lengua aprisionada en una obra en su recreación de esa obra.
-Ningún poema está destinado al lector, ninguna imagen al espectador, ninguna sinfonía al oyente.
-Los escritores son realmente personas que escribe libros no porque sean pobres, sino porque están insatisfechos con los libros que podrían comprar pero que no les gustan.
-No orientarse en una ciudad no significa gran cosa. Pero perderse en una ciudad, como se pierde en un bosque, requiere cierta educación. Los nombres de las calles deben hablarle al vagabundo urbano como el chasquido de ramitas secas, y las pequeñas calles en el corazón de la ciudad deben reflejar las horas del día, para él, tan claramente como un valle de montaña. Este arte lo adquirí bastante tarde en la vida; cumplió un sueño, del que las primeras huellas fueron laberintos en los papeles secantes de mis cuadernos escolares.
-Coleccionamos libros con la creencia de que los estamos preservando cuando en realidad son los libros los que preservan a su coleccionista.
-No hay documento de civilización que no sea al mismo tiempo un documento de barbarie.
-El trabajo de memoria colapsa el tiempo.
-Todo conocimiento humano toma la forma de interpretación.
-El aburrimiento es el sueño pájaro que incuba el huevo de la experiencia. Un susurro en las hojas lo ahuyenta.
-Es sólo para los que no tienen esperanza que esa esperanza es dada.
-Nuestra imagen de la felicidad está indisolublemente ligada a la imagen de la redención.
-La muerte es la sanción de todo lo que el narrador puede contar. Ha tomado prestada su autoridad de la muerte.
-Ser feliz es poder tomar conciencia de uno mismo sin miedo.
-Todos los esfuerzos por hacer que la política sea estética culminan en una cosa, la guerra.
-Nada que haya ocurrido alguna vez debe considerarse perdido para la historia.
-Ni siquiera los muertos estarán seguros si el enemigo vence. Y este enemigo no ha cesado de vencer.
(Tomado del Facebook de José Walter Mondelo)