Por Jorge Sotero
La Habana.- Cada vez que me veía llegar, el viejo Torriente me decía: «acaba de hacer entrada el cuarto poder». Y se lo creía, porque aquel hombre que había nacido en 1906, y que había formado parte del Ejército de la República, tenía mucho respeto por la profesión. Nunca escribió una línea pero se leyó cuanto diario o revista cayó en sus manos, hasta el día de su muerte.
Torriente sabía que la situación de los medios en la isla había cambiado radicalmente desde 1959, con la llegada de Fidel Castro al poder. Desde el triunfo mismo, y aceleradamente, todos se vieron obligados a subordinarse a las políticas de los Castro, y los que no lo hicieron, desaparecieron. Por ahí hay cientos de ejemplos.
Con los años, los medios de prensa se volvieron libelos al servicio del Partido Comunista, y los periodistas sus voceros, entes incapaces de llevarle la contraria a los que dirigen, por muy mal que lo estuvieran haciendo. Y si alguien lo intentó, le cortaron los dedos o la cabeza. Hay historias también.
El gremio periodístico, por más que tenga una organización que, supuestamente los representa, está subordinado totalmente al Departamento Ideológico del Comité Central. Eso quiere decir que quien dirige a la Unión de Periodistas no es Ricardo Ronquillo, por más que el congreso de la institución lo haya ‘elegido’. No. A la UPEC la dirige Enrique Villuendas, uno de esos fríos personajes encargados por el partido de controlar a los medios, alguien que nunca ríe, que jamás ha hecho ningún deporte y que no tiene escrúpulos a la hora de ofrecer la cabeza de alguien para solucionar cualquier problema.
Todo esta larga introducción la hice para dejar claro que el Torneo de Softbol de la Prensa lo mandó a parar el Partido Comunista, porque no le interesa en lo más mínimo que un grupo de 200 trabajadores de los medios pasen una semana haciendo algo que les gusta. Y para demostrar que se pasan por el forro de los escrotos lo que piense cada uno de ellos, incluso lo que puedan decir.
Luego, el tal Villuendas hará algún llamado de atención, y le pedirá a Ronquillo que dé la cara y explique, mientras él se mantiene en la sombra. Esa es una de las formas de demostrar poder, de decir que en Cuba se hace lo que la cúpula quiere, lo que le sale de las gónadas.
En tanto, los ilusionados periodistas, que aprovechan esos días para compartir con los amigos, sufren una frustración más. Otra de las tantas que han vivido en los últimos años, y de las cuales se pudiera hacer una lista interminable.
Eso sí, quiero aclarar que el Torneo de Softbol de la Prensa nunca fue bien visto por la cúpula del Partido Comunista, incluso ni por los dirigentes de la UPEC, porque nació por el esfuerzo de un grupo de personas, con Jorge Álvarez al frente, que a fuerza de sacrificios enormes y con la ayuda de las provincias lo sacaron adelante. Todo eso hasta que fue ganando peso y arraigo y entonces, como hacen siempre, lo pusieron en el calendario de sus eventos, para decidir sobre él. Para poder decidir si se juega o no, como acaban de hacer.
Lo que acaba de ocurrir demuestra que el viejo Torriente estaba equivocado, que la prensa en Cuba no tiene ningún poder, que los periódicos, emisoras de radio y televisoras siguen sometidos por el sistema, y que los periodistas no le importan a nadie, porque son solo piezas de un puzzle que pueden colocar como ellos les plazca.
Así de sencillo.