Por Jorge Sotero
La Habana.- Con esto de los apagones no puedo andar con paños tibios, porque sé que hay mucha manipulación detrás de los partes por el déficit de megawatts y todas esas informaciones que dan cada día para intentar mantener a los cubanos tranquilos.
Adoctrinados desde siempre y confiados en que esos informes del gobierno dicen siempre la verdad, los cubanos han terminado por creerse, al pie de la letra, los comunicado de la Unión Eléctrica, que aprovecha para desconectar los circuitos que le viene en gana, menos aquellos donde vive la familia real y la alta dirigencia comunista.
Así que, amigo Oscar, no me voy a creer, como tú, eso de los 856 MW. Muy bien pudieron dejarlo en 850 o subirlo a 900 MW, porque al final da lo mismo, representa lo mismo para un pueblo que suma a todas sus carencias la de la energía eléctrica. Y me da lo mismo que sea por roturas que por falta de combustible, que es lo que está ocurriendo, porque eso de la Guiteras que entra y sale al sistema es otra mentira más.
Y si viviéramos en un país con un clima noble, sin mosquitos, con facilidades para la preparación de los alimentos -que tampoco son muchos- no habría problemas, pero estamos en la Cuba donde todo escasea, menos la mentira y la manipulación.
Eso sí, amigo Oscar, si me preguntas qué quiero, te lo voy a poner fácil: que haya más apagones, que en lugar de 856 MW, falten dos mil, o dos mil 900. Y lo digo de corazón, porque sé que eso seguirá cargando de energía negativa a los cubanos, que algún día tendremos que explotar, salir a las calles y no regresar a casa hasta que el último tirano y su séquito hayan sido mandados al lugar donde debieron estar siempre.
Porque está visto, y comprobado, que presiones desde el exterior no habrá y tampoco que el hambre vaya a hacer reaccionar a los cubanos. Entonces que lo haga la oscuridad, los mosquitos, el encabronamiento por no poder dormir, por sentir a los niños llorar sin consuelo, por ver a los hijos ir a la escuela con unas ojeras enormes.
De todas formas, los que no podemos irnos, porque no tenemos cómo hacerlo, corremos el riesgo de morir de hambre, de dengue, de covid o de cualquier enfermedad dentro de las fronteras. Así que es mejor hacer algo y si toca morir en la cárcel, que así sea. Allí, según dicen, no hace falta la electricidad.