Por Arturo Mesa
Atlanta.- Para mí, queda claro que Miguel Díaz-Canel presidente no es. Apenas logra hilvanar par de ideas sobre el bloqueo y de ahí no lo saques. Tenemos, además, un Parlamento compuesto por más de cuatrocientos miembros del Partido. Aunque muchas son personas honestas y con sueños de reconstruir al país, no lo logran. Leamos lo que dice la Constitución de ellos mismos:
“Los órganos del Estado, sus directivos, funcionarios y empleados están obligados a respetar, atender y dar respuesta al pueblo, y someterse a su control”.
“El Estado reconoce, respeta y garantiza a las personas la libertad de pensamiento, conciencia y expresión”.
“El trabajo remunerado debe ser la fuente principal de ingresos que sustenta condiciones de vida dignas”.
Sin embargo, de lo que ellos mismos redactan y firman, nada logran. ¿Qué respuesta recibo yo, como pueblo, si creo que las inversiones no van hacia donde más se necesitan? ¿Cómo es posible que haya cubanos con causas inventadas por el simple hecho de hacer críticas para la mejora del país? Incluso, si esas críticas involucran el mal trabajo de las máximas instancias.
¿Qué se hace para que no sigan partiendo los jóvenes una vez se dan cuenta de que el trabajo honrado, en Cuba, es la más insignificante de las fuentes de ingresos? ¿Cómo hacer valer la máxima de Martí –que además está en la primera página de la Constitución- cuando dice?:
“Yo quiero que la ley primera de nuestra República sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre”.
Dignidad implica, ante todo, fuentes honestas de ingreso que te permitan desarrollar un proyecto para ti y los tuyos. El salario de un médico, hoy, deshonestamente te permite comprar dos cartones de huevos y el Parlamento ni siquiera protesta. ¿Cuántos serán los nuevos médicos que querrán ocuparse de nuestros ancianos? ¿Entonces rige el Partido?
Ellos redactan artículos en el 2021 que dicen así:
“Todas las políticas contribuyen al bienestar y la prosperidad de los ciudadanos, conceptos indisolublemente relacionados con mejores y sostenibles condiciones de vida…”
Esos logran menos.
Con los Ministerios sucede lo mismo La ley prohíbe el arrendamiento de Tierras, pero de la noche a la mañana, sin debate alguno, alguien decidió permitir el arrendamiento a Rusia con tratamiento preferencial por encima del que siembra y produce los frijoles.
Turismo traza sus políticas de zonas exclusivas de desarrollo y de pronto, de manera inconsulta, alguien decide ceder Cayo Largo del Sur, pero uno no puede pescar en ninguna zona «exclusiva y hasta no exclusiva».
Energía dice tener como estrategia: “Elevar la eficiencia en la generación eléctrica, dedicar la atención y recursos necesarios al mantenimiento de las plantas térmicas en operación”…, y sucede todo lo contrario.
¿Quiénes realmente dirigen la isla? ¿Quiénes la desgarran por encima de lo oficialmente establecido? ¿Quiénes nos sacan impunemente de la tierra querida y son capaces de aceptar un nuevo mandato en medio de tanto sufrimiento y logran conciliar el sueño?
Dice Madelyn Sardiñas: “Ninguno ha sido capaz de encauzar el rumbo de esta nación hacia el progreso y algunos hasta han manifestado públicamente no tener idea de cómo hacerlo”.
Y entonces me pregunto: ¿Cómo se puede tener la desvergüenza de aceptar ser el director de una empresa, de un equipo, de un país y no saber cómo hacerlos funcionar? ¿Cómo se puede creer en la palabra de un hombre, de una institución, que tiene como discurso oficial la crítica al bloqueo y tres años después de un desastroso plan de recuperación, ni siquiera lo menciona?
Pasará mucho tiempo para que la risa sana y cándida del cubano regrese a nuestros rostros.