Por Alina Bárbara López Hernández
La Habana.- Las relaciones entre estados se basan en intereses. Por supuesto, en los intereses de los estados. Digo esto, pues me desconcierta el asombro de muchas personas ante el hecho de que ninguno de los presidentes o mandatarios asistentes a la Cumbre de los 77 + China, hiciera críticas a Cuba por la violación de los derechos establecidos en su propia constitución, o no se refirieran a los muchos presos políticos en cárceles de la Isla. ¿Qué esperaban?
También observo a otras personas que critican que el pueblo no se lanzara a las calles en plena Cumbre para demostrarle a esos mandatarios sus criterios. Si eso hubiera ocurrido, los mandatarios ni se hubieran enterado. No hay peor ciego que el que no quiere ver.
Muchos confían en que solo puede salvarnos un «milagro» que venga desde fuera: sea el fin del bloqueo que permitiría «democratizarnos» sin prisas pero sin pausas; sea un diálogo con la Unión Europa que lance inversores a raudales a nuestras playas; sean los Stolypin Boys y su capitalismo autoritario; sean fuertes sanciones internacionales que cerquen al gobierno cubano.
Lo cierto es que estas posibles «opciones» han condicionado una actitud de eterna espera. Eso es lo que hay que cambiar. La ciudadanía cubana debe asumirse como dueña de su propio destino. Ese cambio requiere, por una parte, una toma de conciencia; por la otra, mecanismos de articulación que permitan que seamos tenidos en cuenta.
Los milagros no existen.
(Tomado del Facebook de Alina Bárbara López Hernández)