Por Joel Fonte (Especial para El Vigía de Cuba)
La Habana.- Cuan buena oportunidad esta en que se reúnen representantes -y usurpadores del poder en sus países, que nunca faltan- de los 134 Estados que integran el Grupo de los 77 en la Habana, para advertir el grado de corrupción moral de hombres que deberían tener como rasgo común su estatura ética.
Poner un pie en una isla esclava por décadas, presa de una dictadura que no respeta los más básicos derechos humanos del pueblo que dice gobernar, y mucho menos los principios del derecho internacional, y ayudar así a legitimar a ese régimen, es ya una complicidad manifiesta.
Los líderes de organizaciones internacionales, entre ellas la más universal, la ONU, son los mayores cómplices. Pero, ¿por qué lo hacen estos políticos?
En primer término, por el mismo fin que llevaba al legendario personaje del embajador del asilado en aquella obra de Carpentier, Derecho de Asilo, a acudir a decenas de celebraciones vacías cada año: gastarse la «plata» de la embajada -país-, codearse con los famosos, gozar de los lujos, del confort que les proporciona el anfitrión, vacacionar por unos días con el pretexto del «intenso trabajo».
Luego, hay una motivación adicional: continuar alimentando la retórica desgastada y manipuladora que llevó a la creación de la organización en el año ’64 , y que es culpar a los países industrializados de la pobreza de los países subdesarrollados, y así justificar, en buena medida, las incompetencias de sus gobiernos para llevar adelante a sus pueblos por el camino de las libertades y el progreso.
Y si se tiene alguna duda sobre ello, véase quiénes son las voces que más se alzan con esos discursos que arrojan culpas a diestra y siniestra: los dictadores de Venezuela, Nicaragua, Cuba, los gobernantes de Argentina.
Conocer la tragedia que viven los pueblos bajo estos regímenes, y estudiar sus causas, nos confirma que ninguno tendría autoridad para hablar con liderazgo real.
Ellos son mayoritariamente rechazados por sus pueblos, y vienen a la Meca del cinismo público a hacerse escuchar a sus anchas.
Y el más inmoral de todos, el criminal protagonista, es el mismo castrismo que hace de anfitrión de la farsa.
Porque, ¿cómo puede convocar en serio esta dictadura a hablar de desarrollo y tecnología, cuando el país que controla está hundido en la edad media, los niveles de vida del pueblo son primitivos a causa de la ingobernabilidad, de la corrupción, y la sociedad naufragó hace más de seis décadas en el estatismo, en el inmovilismo a causa de la ausencia de las más básicas libertades políticas, económicas, sociales, culturales, religiosas?
Pero la politiquería es un negocio eternamente de moda que se ceba con la miseria de los pueblos. Solo cuando los hombres y mujeres de esas naciones pisoteadas se resuelven a levantarse, dejan de ser víctimas.
Basta de tolerar injusticias. No más temor. No más dictadura en Cuba.
