Por Gerardo Lantigua
Ciego de Ávila, Cuba.- Desgarrador. Humillante. Insólito. Triste. Pudiera seguir enumerando adjetivos, pero no me puedo seguir mortificando. Es mucho con demasiado. Este país llegó al límite, lo superó y va camino al infinito y más allá. No tiene nombre tanta desgracia. Mi hijo, señores, mi hijo, va a la escuela solo a hacer Educación Física porque su maestro anda por Tapachula desde hace 15 días y no regresará más a Cuba ni aunque le llegue la ciudadanía americana.
¿Qué respuesta le da un padre a un niño de ocho años cuando este le pregunta por qué no recibe clases de Lengua Española y Matemática? He ido tres veces a plantear la queja al director y siempre recibo la misma respuesta: “presentamos déficit de educadores y estamos haciendo lo imposible por solucionar el problema”.
Llevamos 64 años resolviendo problemas, señor mío. ¿Hasta cuándo? ¿Quién iba a pronosticar que a estas alturas de la vida, la educación y la salud colapsaran en el país? Bueno, para ser justos, la educación, la salud y todo lo demás.
La vida debe darme la oportunidad de salir echando lo más pronto posible. Por mi hijo, por mí, por el futuro de ambos.
Los verdaderos enemigos están aquí, son ellos, los gobernantes. Vestidos de traje o guayabera, diciéndole al pueblo que de esta salimos. Dan ganas de entrarle a trompones, por sinvergüenzas y cínicos. Hablantines de mierda.
Ni el cubano más optimista puede estar contento con tantos problemas. Si no son capaces de garantizar un pan diario al pueblo, no creo que resuelvan el tema de los profesores en un corto plazo. Por el momento, ya empecé a pagar 200 pesos a un maestro particular. A la ruina voy, pero mi hijo no puede quedar analfabeto por culpa de unos dictadores. No.
Yo creí en este sistema. Fui militante hasta del Partido, dirigente sindical y era el primero en dar el paso al frente ante cualquier eventualidad. Hoy las cosas cambiaron. Si veo una foto de Fidel Castro, la escupo. Acabó con la vida de millones y millones de cubanos y, desde una piedra, se sigue burlando de nosotros.
Si tuvieran una pizca de piedad por Cuba, se largarían y dejaran a los cubanos arreglar su nación. Pusieron a Cuba a navegar hacia ninguna parte y agudizaron, aún más, la crisis nacional. La intención de mejorar al país, no la vemos. Este gobierno no es reformable. Primero, porque hay un presidente que, ni por asomo, tiene la capacidad política de Fidel Castro. No es, ni siquiera, la chancleta del bruto de Raúl Castro. Con eso, lo digo todo.
¿La solución? Correr el riesgo y partir. A donde sea. Da igual. Mientras mi hijo tenga un profesor y se alimente como debe, Haití puede ser una gran opción. Y Sierra Leona también. Empezar de cero es más fácil que vivir en menos cinco.