EL LIBRITO DE ‘EL TIPO’ Y EL MIEDO DE LOS CUBANOS A LA VIDA

SUGERENCIAS DEL REDACTOR JEFEEL LIBRITO DE 'EL TIPO' Y EL MIEDO DE LOS CUBANOS A LA VIDA

Por Javier Bobadilla
La Habana.- Hay un socio del barrio que me dice que El Tipo dejó un librito, con todas las soluciones, para que cualquiera pudiera seguir manteniendo Esto bajo control, indefinidamente. Mi socio tiene razón. El Tipo dejó un librito con todas las soluciones a sus problemas de los 70s, 80s y 90s. Las soluciones del librito se basan en mantener a Cuba en el siglo XIX, y el gobierno de Cuba lo ha estado tratando de usar para resolver los problemas del siglo XXI.
Tratando. El resultado, lo están viendo.
Aquí hay que interiorizar una cosa: El «internacionalismo» y el «mercenarismo» se diferencian en quién cobra el dinero.
¿Ya sabemos de qué estamos hablando, no? Porque para mí, este asunto es simplísimo a todos sus niveles. Supongamos que yo soy el Gobierno de Cuba, pero que no tengo Alzheimer, demencia senil ni obesidad mórbida.
El reclutamiento lo tienen que manejar las embajadas, la de Ucrania y la de Rusia. Poner un anuncio en su sitio web donde se especifiquen los detalles del contrato, salario, beneficios extra, etc. Tienen que recibir a los aspirantes, hacerles una entrevista, y decidir si los contratan. El aspirante debería hacer que un abogado lea el contrato antes de tomar una decisión. Yo no tengo por qué meterme en eso. No tengo nada que ganar en ese asunto, y sí mucho que perder.
Yo tampoco pienso responsabilizarme con las consecuencias. Cuando vengan las madres llorando porque su hijo fue lo suficientemente imbécil como para firmar un contrato en el cual se comprometió a ir al otro lado del mundo a ser carne de cañón, a ser enviado a una muerte segura, a ser ejecutado sumarísimamente si se niega, donde se habla otro idioma, donde se odia a muerte al enemigo pero el cubano no es enemigo, porque ser enemigo es un privilegio y el cubano es una especie inferior, todo por $200 dólares al mes y la promesa de la residencia cuando se acabe la guerra, a esa madre lo único que puedo decirle es, con un encogimiento de hombros, que su hijo era mayor de edad y firmó.
Lo único que me importa es que sea mayor de edad.
Vean sino, que los Estados Unidos han mandado al frente armamento, suministros, asesores, todo lo necesario para hacer una guerra, pero ni un soldado.
Ahora, ya no soy el gobierno de Cuba. Ahora son Ellos.
Como Ellos no tienen autoestima ni se respetan, sienten la necesidad de perrearle a Putin, pero a la vez tienen miedo de los problemas con el resto del mundo. Porque allá adentro, muy adentro, saben bien que Putin los respeta menos todavía, y que los está cogiendo pa’ eso. Quemar las naves en sacrificio a Putin y a la promesa de un mundo unipartidista está duro.
El librito de El Bárbaro es claro en ese sentido. Entiéndase quemar las naves como mandar cuatro o cinco llamados completos del Servicio Militar Obligatorio a la frontera de Rusia. Cuando El Bárbaro lo hacía, los soldados iban, porque le tenían más miedo a él que a la muerte. Las madres lloraban, pero aquí se les decía que era internacionalismo, y que si no iban, sus hijos no iban a tener vida. Y las madres se lo creían, porque se lo querían creer, para aliviar la culpa, porque también le tenían más miedo a la vida que a la muerte. Los padres, algunos se quedaban hasta orgullosos. A los soldados, de vez en cuando, les llevaban un comemierda con una guitarra, y entre eso y el sexo con las aldeanas, satisfacían su vida espiritual.
Mientras tanto, la URSS recargaba la tarjeta con un dinero que, menos para industrializar el país, se usaba para cualquier cosa.

Los de ahora no pueden lanzarse a esa aventura. Si a uno no lo respetan ni lo temen, tiene que esconderse para hacer las cosas. El sueño de la razón produce monstruos, y la falta de autoestima, reptiles. De ambas cosas vamos sobrados.
En los 70s, 80s, y 90s todo era diferente. No miren más el librito ese, porque ni siquiera tienen el valor de seguir las instrucciones hasta el final. Están como Nino Bravo, buscando entre las cartas amarillas, y eso no hace ningún bien.
El futuro soldado, que le tiene miedo a la guerra cubana, pero no a la rusa. El cuadro del partido, que le tiene miedo a pensar, pero no a repetir lo que otro dice sin pensar. El padre, que le tiene miedo a una citación, pero no a que los hijos pasen hambre. El militar, que le tiene miedo a que le quiten la jaba -o los litros de gasolina-, pero no a que lo fusilen cuando haga falta un chivo expiatorio.
El problema de los cubanos está ahí, en que le tienen más miedo a la vida que a la muerte.

(Tomado del muro de Facebook de Javier Bobadilla)

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