Por Pablo Alfonso
Santiago.- En mi sufrida Cuba me quedan dos hermanos, un primo hermano, cuatro sobrinos, mis amigos de siempre y un sobrino nieto de solo cuatro años. A todos, lo que les espera es coquito con mortadella.
La isla que me vio nacer está peor que nunca, pero eso no es nada para lo que le puede pasar. Lo peor está por venir. Todo depende de si sale al desnudo su colaboración con Rusia en la guerra contra Ucrania.
La noticia la dieron primero los influencers radicados en Miami, quienes informaron sobre la presencia de mercenarios cubanos en las tropas rusas en el conflicto en Donbas.
Al régimen no le quedó más alternativa que hablar en su noticiero «estelar» de televisión sobre un supuesto grupo que se dedica a reclutar cubanos para combatir por Rusia en la injustificada invasión que lleva a cabo hace más de un año contra sus vecinos ucranianos.
En sus medios oficiales hablaron de cómo lograron desbaratar la supuesta red y de que fueron detenidas 17 personas. Eso sí, no dijeron los nombres de los implicados, algo que llama la atención, toda vez que nunca les ha importado divulgar los rostros, incluso las direcciones de las viviendas de todo el que se le ocurra mover un dedo contra el gobierno que nos desgobierna.
La Cancillería cubana subrayó en su comunicado que «no forma parte del conflicto en Ucrania», pero no precisó quién estaba detrás de la operación.
La dictadura ni siquiera ha hecho una crítica a las fuerzas armadas rusas por el reclutamiento.
Es increíble cómo a un país, que blasona de tener un excelente aparato de inteligencia, se le haya escapado este tráfico de mercenarios y se hayan enterado por medios de prensa de cubanos radicados en los Estados Unidos.
Es casual también que Rusia, que posee una hermética seguridad, tampoco hubiera detectado a mercenarios cubanos entre las personas que ingresan a las filas de su ejército.
Es casual que esos mercenarios no sean chilenos, argentinos, portugueses, sino cubanos, justo uno de los pocos países del mundo que aplauden la invasión del imperio ruso a Ucrania.
Tampoco es casual que esos mercenarios cubanos no hayan sido contratados para formar parte del ejército ucraniano.
Los ucranianos, ni cortos ni perezosos, le mandaron un fuerte mensaje a mis coterráneos. Le pidieron que no se dejen engañar como lo hicieron en la época soviética. Y lo más importante, le dijeron, fuerte y claro, que es mejor morir dignamente por la libertad de Cuba que como invasor de la tierra ucraniana.
Más claro, ni el agua: si vas a morir, cubano que me lees, muere por Cuba, no por Rusia.
Ojalá no vengan fuertes sanciones para mi país por apoyar la invasión rusa, como le sucedió a Bielorrusia. Ojalá no llegue lo que Cuba se está buscando: una invasión militar. Ojalá eso, no suceda, pues habrá que cerrar la isla.
Gobernantes cubanos, jueguen con la cadena, pero no con el mono. Ah, el cuento que ustedes no conocían de este tráfico de mercenarios cubanos para formar parte del ejército ruso, no se lo cree ni mi sobrino nieto de cuatro años.
