Por Jorge Sotero
La Habana.- El teatrólogo Jaime Gómez Triana pasó un mal momento frente al presidente del país, al que explicaba algunas cosas, sin que el hombre (el Hombre de la Limonada, claro) entendiera mucho, porque la mirada de este se iba al vacío una y otra vez. Y él, Jaime, se daba cuenta.
El también vicepresidente de Casa de Las Américas tuvo que servir de cicerone al presidente cubano y explicarle lo que allí ocurría, pero un fotógrafo travieso se colocó justo a la izquierda de este, enfocó su cámara y disparó.
La foto es genial. Al mandatario se le nota una panza enorme, cual si estuviera embrazado y su pulcra guayabera blanca fuera solo uno de esos vestidos que usan las mujeres en las semanas previas a dar a luz.
El fotógrafo quería que el funcionario de Casa de Las Américas y el mandatario entraran en el mismo fotograma. Y lo logró, pero dejó en evidencia al último, cuya barriga se nota demasiado, sobre todo en momentos en los cuales el pueblo cubano se muere de hambre y no encuentra comida por ninguna parte.
No tengo constancia del horario en que fue hecha la foto, pero pudo ser en la mañana, poco después del desayuno copioso del presidente, acompañado de su esposa -la no primera dama-, sus hijos -los de ambos- y los nietos, porque en la mansión presidencial se agrupan todos para compartir manjares en familia, todo lo contrario a lo que ocurre en la inmensa mayoría de los hogares cubanos, que almuerzan y comen por separado para que los niños no vean que los padres dejaron lo mejor para sus hijos y ellos tomaron solo una sopa de arroz con un pan amargo.
El de la foto fue Díaz Canel, pero pudo ser Manuel Marrero, Salvador Valdés Mesa, Ulises Guilarte o cualquiera de esos otros que se dan la buena vida mientras el pueblo sufre escaseces de todo tipo, sobre todo de alimentos, y, literalmente, pasa hambre.
Que sirva la foto para que en un futuro no muy lejano, cuando el Hombre de la Limonada comparezca ante un tribunal para responder por mil causas, entre ellas la de matar de hambre a su pueblo, los jueces sepan que se dio una buena vida, que se burló de los cubanos, que se rio de todos.