Por Anette Espinosa
La Habana.- En los últimos días se produjeron cuatro nuevos feminicidios en Cuba. Otras cuatro mujeres fallecieron a manos de sus parejas o exparejas. La cifra asciende a 58, apenas a 10 del doble de los casos ocurridos el año anterior, y aún no apareció el primer pronunciamiento público de las autoridades, como si fuera lo más normal del mundo.
Y no es como si fuera normal, lo es. Para la dictadura, desde las más altas esferas, pasando por la jefatura del ministerio del Interior y algunas organizaciones para mujeres, todo es parte de un proceso natural, mientras no toquen a uno de los suyos. Pero si, por alguna casualidad, una de las hijas o nietas de la familia Castro entra en la cuenta, entonces revuelven cielo y tierra, lanzan campañas y hacen hasta lo indecible por cortar el mal.
Sin embargo, hasta el momento prima el silencio gubernamental. Y nada se dice de los crímenes, de los atracos en viviendas, de los degollados para robarles en sus casas, o llevarse un caballo o una vaca, ni de los macheteados en cualquier lugar para quitarles un celular, por solo mencionar unos ejemplos.
Llama la atención el mutis del canelismo, sobre todo porque sus defensores, en las redes y los medios, salen a rebatir cualquier crítica, y hasta lo hacen con los memes, en uno de esos ridículos constantes en los que entran ciberclarias y periodistas afines.
Y es más llamativo aún, cuando el gobierno pregona siempre sus campañas por la igualdad de géneros y blasona de tener más dirigentes mujeres que hombres, más diputados del llamado sexo débil que del contrario. Es algo así como una incongruencia total.
Pero no es difícil saber las causas del silencio del castrocanelismo. Si dicen algo, aunque sea una palabra, o si sus medios hacen público cualquier pronunciamiento, esa parte de la población que cree ciegamente en que la isla es el Edén, se dará cuenta de que algo pasa, de que le han ocultado cosas y perderán la confianza en el aparato gubernamental y su sistema de información.
Y por otro, el mundo aún suele creer a lo que diga el gobierno cubano, porque piensa aún en la buena fe de un régimen que vivió de mentiras medio creíbles, y cuando sepan por la voz de los gobernantes de las cosas que ocurren, pueden virarle la espalda.
Es más, yo no descarto que el fenómeno de los feminicidios vaya a la cuenta del mismo culpable de siempre: el bloqueo de Estados Unidos. Ellos no tienen claro a quien le echarán la culpa, pero alguien se encontrarán y ese será el responsable. Y si no, vivir para ver.