Por Jorge Sotero
La Habana.- Lo de los cubanos alistados con el ejército ruso para combatir en Ucrania lo sabía todo el mundo, menos el gobierno cubano, que no lee lo que aparece en redes sociales ni medios independientes. Hasta que, de pronto, se caen de la mata, se dan en la cabeza e inician una ‘diligente’ investigación.
Mentira. Ellos sabían que a los cubanos presos en Rusia les propusieron alistarse como soldados en la guerra, con una paga mensual cercana a los dos mil dólares y la libertad al fin del conflicto, a cambio. El consulado cubano en Moscú fue informado de ese paso. Y no dijeron absolutamente nada.
Luego, grupos de cubanos residentes en la capital rusa y otras ciudades del país hicieron circular una convocatoria para extranjeros indocumentados, en la cual se ofrecía un salario como el mencionado anteriormente, en un contrato de un año, y la posibilidad de tener documentos del país a cambio de apuntarse para pelear en el Donbás. Y muchos lo hicieron y están allí. Hay vídeos incluso.
Y ahora, muchos días después de que las redes y los medios independientes se desgañitaran alertando que estaban movilizando cubanos para el conflicto ucraniano, el gobierno se da cuenta de que sí, de que es verdad, que individuos inescrupulosos negocian a las espaldas del gobierno, y manipulan, para mandar a jóvenes “de pésima conducta social” a combatir bajo la bandera rusa en Ucrania.
Mentira. En Cuba no se mueve una hoja sin que el aparato de seguridad lo sepa. Tienen a decenas de miles de informantes de una punta a otra del país para que los alerten de todo, y resulta que nadie les dijo nada de que estaban reclutando a jóvenes para ir a pelear a una guerra que no tiene nada que ver con su país.
Y de pronto, cuando el clamor era insoportable, salen todos los medios, a la vez, a desmentirlo. Primero fue el canciller, quien hace cuatro días negó rotundamente la implicación del gobierno cubano, y hasta el conocimiento de las labores de reclutamiento. Y luego aparecen en escena los cacareantes voceros de la dictadura, al estilo Humberto López, quien busca siempre a un par de uniformados para intentar que su historia se la crea alguien.
Ya imagino al jefe del Departamento Ideológico, Rogelio Polanco, con Enrique Villuendas a su izquierda, advirtiendo en tono pausado a los directores de los medios de prensa que hay que salirle al paso al ‘rumor’ sobre la implicación cubana. Me parece que estoy viviendo la escena. Y luego, presentan a un oficial de alta graduación, quien cuenta una historia que ni los presentes creen.
Rusia no envió a reclutar personas a Cuba sin permiso del gobierno. Sería un acto inamistoso con un aliado, con un satélite, con un gobierno que se pone de rodillas para que desde Moscú le envíen algunas migajas. No tenía esa necesidad, porque sabían que desde La Habana le iban a abrir las puertas para que contrataran a quien quisieran.
Claro, no iban a poner una oficina en cada provincia, con soldados vestidos de uniforme, pero de que no actuaron sin permiso, puedo dar fe. Eso sí, ahora alguien va a pagar por eso, para lavarle la cara al régimen.
No sería la primera vez. Los más maduros recodamos aún que hace 34 años, cuando lo del general Arnaldo Ochoa, lo pasaron por las armas para dar la imagen de que los Castro no tenían que ver con el narcotráfico, cuando estaban metidos en aquello hasta los hombros.
El gobierno cubano debería preguntarse por qué muchos jóvenes están dispuestos a ir a una guerra extraña, donde no entenderán ni las órdenes, ni los partes, con tal de no seguir en su país, junto a su familia, en su proyecto de vida.
Los cubanos se van a cualquier parte por tal de escapar del sistema. Y desde Moscú no son precisamente cantos de sirena lo que escuchan, como dicen de Estados Unidos. Desde Rusia llega el estruendo de las bombas, los cohetes y los llamados de la muerte. Todo eso lejos de su familia, de sus costumbres y de su tierra.
Si quienes gobiernan en Cuba tuvieran un poco de dignidad -solo un poco- dirían la verdad de todo, pero eso nunca lo harán. Lo juro.
