LA EDUCACIÓN COMO HERRAMIENTA DEL INMOVILISMO SOCIAL EN CUBA

SUGERENCIAS DEL REDACTOR JEFELA EDUCACIÓN COMO HERRAMIENTA DEL INMOVILISMO SOCIAL EN CUBA

Por Joel Fonte

La Habana.- El sistema de educación en Cuba está concebido como esencial herramienta que construye el inmovilismo social.

«(…)que grande es la revolución!!!… un contenedor entero de tizas…». Así comentaba, suspirando emocionado, un pobre hombre desde su silla de custodio, mientras descargaban en su almacén, desde un camión, varias cajas de tizas y otros materiales para las escuelas de la ciudad.

En su ingenuidad, creyó que esos recursos son un favor, un regalo de lo que él llamó «revolución» le hace a nuestros hijos, a los estudiantes del país, algo que tenemos que agradecer y saber pagar con nuestra obediencia, nuestra «disciplina» hacia ese «bienhechor que nos cuida y nos educa».

Y es que, desde la niñez misma, y hasta la edad adulta, cuántas veces al día escuchamos a través de la televisión, de la radio, o leemos en periódicos, revistas, libros, folletos, en la internet, vemos en películas, series o hasta escritos en los muros de la ciudad y las calles lo «grande» que es la «revolución».

Es tan grande, que reduce nuestras mentes para que solo pensemos en «ella» y en lo que a «ella» le es conveniente; para que cedamos nuestra individualidad y nuestras espectativas personales subordinándolas al «bien común»: al Poder de un régimen totalitario y abusivo.

¿Tienes hijos? ¿Van a la escuela? Tú mismo fuiste a la escuela… ¿Entonces, cuántas fotos de Fidel Castro, de su hermano, del Che Guevara, y de todos los símbolos de esa «revolución» hay en la escuela de tus hijos o te embestían a diario en tus tiempos de estudiante?

A lo largo de un pasillo de siete metros por el que se accede a las aulas de la escuela de mi hijo más pequeño, no queda un solo espacio libre en la pared: todos los dioses del Castrismo velan allí, desde sus marcos, porque los niños sean tempranamente «formados».

¿Y, cuántas veces vociferaste «pioneros por el comunismo, seremos como el Che», sin imaginar siquiera qué era una cosa y quién el otro?

¿Y cuántos relatos y párrafos tuviste que escribir por años, ensalzando a los «líderes gloriosos de la revolución» y sus también «gloriosas hazañas?».

A todo eso, al prolongado y persistente proceso de sembrar una ideología en la mente de una nación entera, desde muy temprano, y alimentarla a lo largo de la vida para emplearla como medio de control de esa sociedad, se le llama «adoctrinamiento», y es el instrumento esencial que ha empleado el castrismo para mantenerse en el Poder.

Es la educación estatalizada, rígida, y combinada diestramente con los demás mecanismos de influencia social uno de sus principales sostenes.

¿Acaso has indagado sobre el pasado con los que vivieron esa sociedad anterior al 1959, que Castro satanizó para atraer sumisos ingenuos y erigirse él mismo como dios para los cubanos?

O, ¿has conversado con ciudadanos de otras partes del mundo para conocer qué es la educación y cómo se articula en otras partes del orbe?

¿Has viajado y visto esa realidad por ti mismo?

Pues la educación no es patrimonio, no es derecho exclusivo del Estado en ninguna sociedad democrática. Como era también antes del 1959 en Cuba, los padres pueden decidir libremente llevar a sus hijos a una escuela privada, religiosa, pública, a donde les parezca mejor, porque la familia es el principal núcleo de derecho y valores en un espacio de libertades.

Asimismo, los niños y jóvenes no van a las escuelas para que se les enseñe a adorar líderes, gobernantes, sino para instruirse, para educarse en los más altos valores que persigue una sociedad civilizada, culta. Y velar porque las escuelas no sean centros «ideológicos», a la vez que la educación de alta calidad sea un derecho efectivo es una obligación de ese Estado.

En las escuelas «normales», guiadas por paradigmas democráticos, de derechos humanos reales, no se dedica tiempo a actos «patrióticos» que magnifican a los gobernantes, sino que se perfecciona la enseñanza, se estudian varios idiomas, se profundiza en las ciencias.

En esas mismas escuelas, un maestro o profesor es un ser humano dignificado, respetado, recibe un salario que le garantiza bienestar para él y su familia.

En Cuba, la educación es el medio laboral del que huyen en masa los profesionales, porque reciben salarios de miseria: el régimen Castrista los ha llevado a la condición de esclavos modernos, de mendigos; les roba precisamente a aquellos que forman el patrimonio más alto de una sociedad desarrollada: su inteligencia.

Por eso no asombra que un por ciento elevadísimo de docentes de nuestro país haya emigrado, o no estén muchos de los que permanecen debidamente preparados para impartir esa docencia de calidad, y menos para la obra más compleja de Educar.

Son miles los que no han completado su formación pedagógica, que aún son estudiantes, y están frente a un aula. Provincias como la Habana, por solo mencionar una, tendrán en sus escuelas a más de mil 500 maestros y profesores traídos de otros territorios.

Pese a esa vergonzosa realidad, el discurso de la dictadura es el triunfalismo manipulador de siempre, omitiendo sus culpas y dibujando a esos estudiantes como grandes patriotas que cumplirán una «gran misión». Jamás admitirán que no pueden formar hombres y mujeres de bien quienes, porque aún no se han formado ellos mismos como ciudadanos libres.

Pero no es una sociedad en movimiento, libre, creativa y generadora de reformas que abarquen en primer orden a la educación lo que quiere la dictadura cubana, sino una masa inmóvil, atrapada en la inacción, en la apatía, en la desesperanza; una sociedad que sea controlable, moldeable.

Y en la construcción de alternativas que nos liberen de ese yugo vil, es que está nuestro futuro como pueblo libre.

Basta de tolerar injusticias. No más temor. No más dictadura en Cuba.

(Tomado del muro de Facebook de Joel Fonte)

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