Por Jorge Menéndez (Especial para El Vigía de Cuba)
Madrid.- Iberojet elimina su vuelo a Santiago de Cuba, alegando poco pasaje y la ausencia de infraestructura turística en la ciudad, e Iberia disminuye tres vuelos semanales a Cuba y dice que por escasa demanda.
Tampoco lo hará Jetblue desde septiembre. Sus aviones no irán más a los aeropuertos cubanos. Sencillamente, a los turistas no les interesa ya La Habana, ni Cuba, ni sus playas. El tropiezo con la realidad cubana puede ser mucho más triste que unos días de supuesto placer en la isla caribeña.
¿Será casual todo esto? ¿Será normal que ocurran esas cosas, mientras aumentan las frecuencias de vuelos a Cancún y República Dominicana? ¿Cómo interpretarlo?
La principal industria cubana, a la que le han puesto todo el dinero del mundo, tiene una ocupación hotelera de solo un 30 por ciento, mientras el presupuesto para seguir construyendo es casi 10 veces lo que se ha gastado en temas sociales.
El tema económico en Cuba comienza a reflejarse en el turismo, rama privilegiada de su economía. Sin embargo, el mal estado de los hoteles, el pésimo servicio y la carencia de alimentos importantes le está poniendo una cruz a la llamada industria sin humo, que sigue siendo muy cara para lo que ofrecen. Todo eso denota una caída tremenda frente a sus competidores del área, más baratos y con mejor calidad.
La famosa actualización del modelo económico, las tiendas en divisas, la inflación cada vez más galopante, no solo perjudican al cubano de a pie, sino también a los visitantes extranjeros que llegan a la isla.
Mientras esto sucede, el gobierno reta a Rusia a que les envíe más aviones con turistas, a que abra nuevos destinos y no solo los de Varadero. Igual, regala cayos para la explotación en exclusiva a compañías canadienses, en lo que pudiera parecer una solución de carácter temporal.
Sin embargo, lo más preocupante de todo es el comunicado de Jetblue, por aquello de que abandona el mercado cubano por falta de demanda. Hasta hace muy poco era una quimera encontrar un billete desde Estados Unidos para ir a Cuba, y las ganancias que proporcionaba la comunidad cubana visitando su país de origen, ningún flujo turístico la puede suplir.
El hambre, la ausencia de futuro y un sistema de salud en ruinas, entre otras cosas, ha cambiado la dirección del flujo humano, algo que el gobierno conoce, sin que se inmute ante signos evidentes de que las cosas ya comienzan a trascender ámbitos prioritarios para la cúpula castrocomunista.
Lo más lastimoso, ante esta situación, es escuchar al ministro de Economía, Alejandro Gil, decir que Cuba creció un 1,8 por ciento, dando cifras que, visto lo visto, ni él mismo se cree.
Los negocios se le siguen promocionando a todo tipo de partners extranjeros para vender únicamente en dólares, como si las remesas fueran infinitas.
El contexto macroeconómico cubano va directo al pozo, lo cual se palpa ya en cualquier rama, pues, por ejemplo, el deterioro turístico comienza a verse a nivel internacional con la caída de visitantes y la disminución de vuelos.
Mientras todo eso sucede, el ministro de Comercio Exterior, Ricardo Cabrisas, se reúne por cuarta vez con el subdirector del Club de París para decirles que tengan paciencia, que Cuba honrará sus deudas.
Pero todos saben que Cuba no paga. Las millonarias deudas con proveedores de pollo y carne de vacuno brasileños han hecho que los habitantes de la isla solo puedan comer pollo estadounidense, pagado por adelantado y en cantidades exiguas, como acostumbra el castrismo a repartir sus miserias.
Cuba le debe a Brasil más de 800 millones de dólares de la construcción del puerto del Mariel, que presenta una caída de las exportaciones cubanas de un 47 por ciento, fiel reflejo de la situación real.
La tan esperada llegada de los rusos se ha paralizado por la falta de cumplimiento a las exigencias de las compañías rusas. Algo así como que la solidaridad de Moscú ya se acabó. Y si quieren una prueba. Ahí va: esta misma semana se conoció de una demanda del gigante ruso Ural, constructor de camiones, por valor de 22 millones de dólares, en concepto de piezas de repuesto que Cuba tampoco pagó.
Mientras todo eso pasa, la calidad social en Cuba degenera: cada día hay más muertos por atracos, asesinatos de mujeres, robos a media mañana, colas para sacar dinero, para comprar algo que llevar a la mesa, para todo.
Cuba se hunde irremediablemente ante una mafia inepta que ni mantener sus negocios puede ya. Quizás caigan por su ineptitud, su avaricia y su mente corrupta. Pero habrá que estar atentos para ver cómo evoluciona la situación.