DÍAZ-CANEL, UN VIRUS Y LOS DAMNIFICADOS DE PINAR DEL RÍO

SUGERENCIAS DEL REDACTOR JEFEDÍAZ-CANEL, UN VIRUS Y LOS DAMNIFICADOS DE PINAR DEL RÍO

Por Anette Espinosa

La Habana.- La gira por África no le hizo nada bien al mandatario cubano, Miguel Díaz-Canel, que pocos días después es víctima de un ataque viral que le impide ir a Pinar del Río, la provincia más afectada por el paso del Huracán Idalia.

Me enteré por las redes sociales, cuando una de sus periodistas de cabecera, Alina Perera Robbio, le deseó una pronta recuperación al enfermo presidente, y enseguida se me ocurrieron dobles lecturas, como pasa siempre que los gobernantes cubanos y sus equipos de prensa dicen algo.

Yo creo que es la primera vez en la historia de Cuba que redes y medios cercanos a los que gobiernan Cuba admiten que estos están enfermos, más allá de aquella caída de Fidel Castro en Santa Clara, con la cual comenzó su salida del poder, porque después de eso nunca más pudo recuperarse y terminó por abdicar en 2006.

Ahora se aparecen con un proceso viral del Hombre de la Limonada, como lo llama mi colega Jorge Sotero, y se me antoja pensar -y por qué no, si tengo todo mi derecho a hacerlo- que el impuesto mandatario se enfermó para no ir a Pinar del Río, para no ponerle la cara a la población, muchos de los cuales pueden ser los mismos a los que el año anterior les prometió cosas sin cumplir.

Canel es de esos que le salen al paso a las situaciones con facilidad. No tiene miedo de mentir para resolver cualquier situación de emergencia, aunque luego se olvide de eso, o lo hagan sus lacayos, para dejarlo en entredicho.

Hace un año, cuando el huracán Ian, se reunió con algunos vecinos en Pinar del Río y estos le plantearon sus necesidades, que eran muchas, sobre todo después de muchos días sin electricidad, sin comida, sin alimentos para los niños, y el hombre mintió y dijo que la revolución no dejaba a nadie olvidado, pero que había que entender lo del bloqueo y no sé cuántas cosas más.

Ahora, de pronto, el muy bien atendido jefe de Estado -atendido y alimentado- padece un proceso viral dudoso y prefiere quedarse en su casa, que ir a darle la cara a los que peor la están pasando, de los millones que la pasan mal en Cuba.

En una reunión de análisis de los daños del huracán, se le vio medio perdido, estirando demasiado las palabras -como siempre, porque su dicción y su coherencia dan que desear-, dubitativo, mientras su primer ministro, el rollizo de Manuel Marrero les decía a sus subalternos que había que ir al terreno y que nada de reuniones.

Mandan a los ministros, que son sus tropas de choque, a ponerle la cara a una población que no tiene ideas de cómo va a resolver su situación, desde la más elemental, que es la comida, hasta las casas a medio caerse, los colchones mojados, los muebles inservibles…

Y ante todo eso, un simple proceso viral retiene al presidente en su casa, en la capital, en una jugada más que cantada. Cierto que cualquiera se puede enfermar, pero un par de aspirinas, que en su botiquín no deben faltar, y una infusión caliente -preferiblemente de limón, que es su preferida-, pueden cortar el virus y permitirle ir a darle la cara al sufrido pueblo pinareño.

Pero, insisto, si huele a pescado y sabe a pescado, tiene que ser pescado, y Díaz Canel no quiere poner la cara una vez más, porque no tiene forma de contrarrestar reclamos y críticas de una población que lo verá como un salvador o un mentiroso. Casi seguro más como la segunda, lo que ha sido desde que nació a la vida política, por más que sus acólitos quieran hacer de él el gran líder que no es y que nunca será.

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