Por Jorge Menéndez, especial para El Vigía de Cuba
Madrid.- Hace una semana, para mí sorpresivamente, la selección femenina de fútbol se coronó campeona del mundo. Digo, sorpresivamente, porque fue una escuadra con muchísimos problemas entre el seleccionador, acusado -aún no se sabe de qué- por 13 de las jugadoras que se plantearon no formar parte de ella.
Muchas fueron las veces que se les pidió a las jugadoras que aclararan sus palabras y hasta hoy nadie sabe qué ocurrió.
Ante tal situación, prácticamente se tuvo que hacer una nueva selección, pero todo se quedó todo sin aclarar. No hubo más opciones que formar otro grupo, que finalmente logró coronarse.
Es un logro sin paliativos de este grupo y su seleccionador. Una victoria de la que no todos los días se puede presumir.
Lo lógico hubiera sido que en España todos estuvieran orgullosos del título mundial y de que solo se hablara de ello.
Pero resulta que, cuando se coronaron campeonas, todo se vino abajo, por los gestos de Luis Rubiales, el aún presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales. Como español y mandamás del fútbol, el señor Luis Rubiales le dio, emocionado, un beso a la jugadora Jenni Hermoso, que está a punto de convertirse en el beso más famoso de la historia. El gesto opacó una victoria trascendental.
Rubiales no es santo de mi devoción, ni lo fue cuando dos días antes del Mundial de Rusia 2018 despidió al entrenador de la selección masculina a sabiendas de que se estaba cargando a España del torneo. Eso quiero dejarlo claro.
No obstante, tras lo sucedido, ha salido de su madriguera todo tipo de políticos de baja calaña para pedir la dimisión del presidente de la RFEF, acusándolo de agresor sexual y casi de violador.
Entre ellos no podían faltar Pablo Echenique; el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el vicepresidente de la Federación, la ministra de igualdad, el jefe del Consejo de Deportes y una pléyade de estrellas oportunistas, que hoy enarbolan las banderas del feminismo equivocado.
Razones para linchar al señor Rubiales hubo miles, pero entonces nadie se atrevió a levantar la voz.
Ahora todos enarbolan la bandera del feminismo, linchan al hombre y lo acusan de violador. Y yo me pregunto ¿qué podrán decir entonces las mujeres golpeadas, violadas y linchadas por sus maridos?
Si un beso puede opacar una victoria mundial, muy mal andamos. Esto es un linchamiento feminista adonde todos han corrido a ponerse las medallas, muy falsas por cierto.
Luis Rubiales mereció ser destituido desde hace años, pero no por un beso, del que públicamente ha pedido disculpas y ha manifestado arrepentimiento por su comportamiento. Eso era suficiente.
Todo este show ilustra claramente la calaña de los políticos que nos dirigen, que aguardaron el momento para ponerse sus medallas.
Hasta Jenni Hermoso, que no le dio mayor trascendencia al beso al principio, bajo presión, ya salió pidiendo medidas, demostrando, una vez más, hasta dónde pueden llegar las presiones públicas en busca de un objetivo.
Nuestra sociedad va haciendo banderas, a veces correctas y otras no tanto. Desde el gobierno crean ministerios que solo gastan dinero y no reportan absolutamente nada a la sociedad.
En fin, que vivimos del oportunismo, de la falsedad y la hipocresía.