La Habana.- El 8 de agosto de 2003 Lino Borges celebró su cumpleaños 71 como ya era habitual después de algunos y tras recuperarse de una afección hepática que casi lo pone al borde de la muerte. Dicho onomástico transcurrió de manera tranquila, acompañado de su esposa Ada y cero copas. Diecinueve días después -el 27- un infarto al miocardio nos privó de la posibilidad de continuar escuchando en vida a uno de los más grandes exponentes del bolero tanto dentro como fuera de Cuba, quedando así una serie de proyectos truncos que había contraido en el exterior.
Y comienzo por aclarar que su nacimiento ocurrió en 1932 y no en el 33 como consignan algunas fuentes y erróneamente se ha reiterado.
En sus inicios formó parte de varias agrupaciones, entre las que vale la pena mencionar el Conjunto Universal, de Melena del Sur, donde también estaban Manuel «El Guajiro» Mirabal y el percusionista Pedro Mena, quien luego lo acompañaría en la aventura de Saratoga.
Pero es con los conjuntos Marino, de Surgidero de Batabanó, y con Rumbavana con los que hace sus primeras grabaciones. Luego pasaría al ya mencionado Conjunto Saratoga, donde permanecería por más de veinte años, estaría acompañado por su coterráneo José Francisco Fraga y grabaría sus más grandes éxitos.
Enumerarlos constituiría una lista interminable «Vida consentida», del venezolano Homero Parra, es mucho más que un clásico y un tema del que realizó cerca de diez versiones, teniendo en cuenta la edad y las posibilidades vocales de cada momento. «La vida es un sueño», de Arsenio Rodríguez, es otro de los temas que pegó; y del que en cierta ocasión contó -en una de sus muchas visitas a Batabanó- el maestro Joaquin Mendivel, que el «ciego maravilloso», le confesó que era su versión favorita, por encima incluso de la realizada por Miguelito Cuní y el dueto de Benny Moré y Pedro Vargas, pueden imaginar…!
Leopoldo Ulloa era su compositor favorito, y convirtió en hit más de una composición suya. «Moriré de amor», de Ulloa, fue su primer gran éxito en 1962, a este le siguieron otros tantos entre los que sobresalen «Canto a mi propia vida» y una versión que hiciera poco antes de morir y en formato de trío de «En el balcón aquel» . «Es la primera vez», inspirado en Ada y con música de Mendivel, es al parecer el único bolero que compuso.
Lo que no todos saben es que Lino no solo cantó boleros sino también incursionó en la guaracha y en la salsa, y su lealtad para con Saratoga era ilimitada; en varias ocasiones lo invitaron del extranjero a trabajar como solista y él lo rechazaba alegando que si no era con su conjunto no iba a ninguna parte.
Hizo duetos con lo más valioso del género en Cuba, dìganse José Tejedor, Roberto Sánchez, Fernando Álvarez y Omara Portuondo, por solo mencionar algunos. De muy interesante puede catalogarse la versión que dejara en vinilo de ese clásico de Silvio que es «Pequeña serenata diurna». Elegancia, esquitisitez interpretativa y rigor a la hora de seleccionar el repertorio fueron sus sellos distintivos.
A veinte años de su fallecimiento hay un detalle que no debe omitirse: cuando viajó al extranjero, sobre todo a Venezuela y Colombia -lugares donde todavía se le idolatra-, más de una vez lo estimularon a quedarse, y su respuesta siempre fue la misma… -Vía Blanca y Tamarindo, en clara alusión a una esquina referencial del lugar donde vivía en la capital cubana.