Por Jorge Menéndez
Madrid.- Desde hace año y medio hay una guerra en Europa, provocada y alentada por un trío con intereses diversos .
No nos sorprenden ya los precios en Europa, que casi se han triplicado por estar sus países defendiendo los intereses de otros. Nos dirige una banda de desalmados políticos que lo único que desean es cobrar comisiones en la venta de armamentos y les da igual que la electricidad y los combustibles tripliquen sus precios.
Les da igual comprarle a India el mismo petróleo que dejaron de comprarle a Rusia, solo que tres veces más caro. Eso es lo que defienden nuestros gobernantes en Europa.
Estados Unidos tiene una gran industria de armamentos y necesita, mientras esté el viejito decrépito de presidente, vender la mayor cantidad de armas posibles, que pagaremos, desde luego, nosotros también. Esos no son nuestros intereses, para nada.
Mientras, el ya famoso comediante Vladímir Zelenski, elegido bajo el lema » Yo terminaré con el problema en el Donbás”, se convirtió en la tercera parte del problema.
El apoyo en las elecciones se lo dieron los oligarcas, entre ellos como Igor Kolomoiskii, quien le entregó hasta sus canales de televisión, pero hoy, como Zelenski se codea con la crema y nata de los gobernantes de Occidente, la emprendió contra los q le dieron la oportunidad de ganar las elecciones.
Esa es la cruda realidad, un comediante salido de un nido de la corrupción, ahora se revira contra ella y sus apoyos internos, como si él no fuera parte. Zelenski vendió Ucrania a Occidente y convirtió la economía en inexistente, en un país donde se hace lo que otros dicen, porque perdió su soberanía.
Ucrania deambula, después de año y medio de guerra, sin saber a dónde va, gastándose de miles de millones en armamentos y ayudas, para poder pagar sus salarios y pensiones que, en cualquier caso, tendrá que reintegrar un día. Eso lo sabemos todos.
Zelenski cambió su fama por la vida de cientos de miles de los suyos y ni siquiera se digna a ir al frente. Kissinger tenía razón cuando dijo que la guerra acabará cuando no queden ucranianos para ir al frente, y por eso la ganará Rusia, que triplica en número al ejército ucraniano.
No hay solución posible mientras Zelenski quiera ser el protagonista pedigüeño de la película. Para él, esta guerra es su confirmación de líder supremo, sin reparar en los miles y miles de muertes de los suyos.
Hasta Stian Jenssen, el jefe de gabinete de Jens Stoltenberg, el Secretario general de la OTAN, recomendó a Ucrania ceder sus territorios a cambio de entrar en la Alianza, reconociendo que la tan cacareada ofensiva ucraniana es un fiasco de magnitudes colosales y que jamás podrán ganar en el campo de batalla a Rusia.
Esa es la realidad actual, para Occidente esta guerra es el vehículo imprescindible para vender armas, es una guerra ajena, en la que no participamos con tropas, puesto que los muertos los pone Zelenski, pero, cuando acabe, le pondrán sobre la mesa la cuenta a pagar, que puede llegar a trillones de dólares.
Es algo así como el sinsentido más grande que he visto desde que nací
La economía de Rusia, por su parte, crece ya entre un dos y un 2.5 por ciento, cifras muy parecidas a las de antes de la guerra. Ciertamente las sanciones molestan, les paralizan operaciones internacionales, pero en los supermercados hay de todo y a un tercio del precio nuestro.
El diésel cuesta 0.51 céntimos de euro y la gasolina 0.6. Esto también es realidad. Sin embargo, el sueño occidental de una victoria en Ucrania se está desvaneciendo año y medio después. Ucrania se va quedando lejos y la gente se va hartando.