Por Jorge Sotero
La Habana.- Los cubanos nacimos en un mundo de mentiras y de manipulaciones, aunque algunos aún no nos hemos dado cuenta de que la casi totalidad de lo que dicen los gobernantes y sus medios solo tiene la intención de que pensemos que el resto del mundo es un caos total y el único sitio organizado y coherente es este lugar donde vivimos.
Así nos lo hicieron ver desde siempre, desde la escuela, desde los noticieros, o en los empalagosos discursos de Fidel Castro, cargados de tanto histrionismo que llegamos a creérnoslo. Todavía hoy algunos se creen todo lo que publica el Granma o lo que dicen por la televisión, porque no son capaces de ver que somos víctimas de la más despiadada manipulación a la que haya sido sometido pueblo alguno.
Para el cubano, que solo ve televisión o lee los medios oficialistas, algo que aún hacen muchos cubanos ante la imposibilidad de tener un teléfono o internet, hay en el mundo un caos generalizado, una escasez tremenda, y si se trata de Estados Unidos, todo es peor, aunque no se expliquen cómo los que se van hacia allá enseguida encuentran trabajo, mandan remesas o regresan a ver a sus familiares, con dinero o alardeando de que tienen mucho.
Para nosotros, los dirigentes son los hombres y mujeres más sacrificados, personas que trabajan desde que amanece por garantizarle al pueblo todos los problemas, y si no lo consiguen es solo porque hay un férreo bloqueo estadounidense que no permite a Cuba adquirir nada. Y resulta que hace unos días adquirieron en suelo estadounidense hasta azúcar de caña. Increíble.
En Con Filo, por ejemplo, dijeron que uno de los candidatos a la presidencia argentina, Javier Milei, era un fascista más, un tipo que casi intentaba robarse el poder, como si en aquel país llegar a ser presidente fuera tan fácil como en Cuba, donde una persona decide quién gobernará.
En la tierra de Gardel y Maradona, más del 30 por ciento de la población respaldó a Milei en las primarias. Si sale presidente o no, no lo podemos saber desde ahora, pero si lo hace sería por decisión soberana de sus ciudadanos, que habrán decidido terminar con el peronismo, ponerle fin al kirchnerismo y buscar otras vías que le permitan salir de la crisis en la que anda sumido uno de los países más ricos del mundo.
Eso sí, no dicen que en Venezuela intentan hacer todo lo posible por deslegitimar a María Corina Machado, la gran figura de la oposición a Nicolás Maduro, el residuo de un gobierno que ha empobrecido al país con las reservas de petróleo más grandes del mundo y convertido en un mendigo desde que el castrismo estiró su influencia hasta allí.
Pero al gobierno cubano, cada vez se le agotan más sus reservas de mentira, su falta de transparencia, y le resulta más difícil manipular, porque ha perdido credibilidad por su manera de actuar, porque la gente se da cuenta de que lo que dicen no tiene nada que ver con lo que hacen, y que la culpa de los males que vivimos es solo de los que dirigen, de los Castro, que convirtieron a la otrora isla próspera en un feudo, el suyo.
Aún así, seguirán mintiendo, intentado manipular, engañando a los que aún creen en ellos, o se hacen los que creen para mantener una vida de privilegios desde un hotel, una tienda en divisas, o hasta en una de las bodegas que se cae a pedazos.
Si lo conseguirán o no, depende de nosotros, los cubanos. Pero estamos tan ensimismados en buscar lo necesario para sobrevivir o para largarnos del país de una vez por todas, que no nos damos cuenta de que la única solución sería expulsar a los mentirosos del poder. De una vez por todas.