Por Oscar Durán
La Habana.- Desde que tengo uso de razón, en mi casa llega el agua cada dos días. Ni en los tiempos duros de la pandemia, la ponían diariamente. El fenómeno de Cuba es como parar millones de fichas de dominó y dejar caer la primera. Ese efecto prevalece, desde siempre, en la dictadura. ¿No hay huevo? Perfecto, tampoco habrá luz, cebolla, ajo, íntimas, carne de cerdo, gasolina, pescado, Tribunas Abiertas, cuchillas, jamonada, cerveza Cristal. Y si seguimos, podemos descubrir el infinito por primera vez.
Entre esos problemas vitalicios, está el agua. El preciado líquido debe ser un derecho humano que uno pueda tenerlo las 24 horas del día. Se equivoca mi colega Jorge Sotero cuando dice que solo hay abundante agua en los hoteles. No. A la cúpula Castrista tampoco le falta agua. Con estos calores, Liz Cuesta se baña ocho veces al día y con un chorro fuerte. A la piscina le cambian el agua un día sí, y al otro también. Vida pura.
Los de abajo sí no tenemos esa vida pura. De hecho, el agua viene contaminada y no se sabe la variedad de parásitos que tiene el cubano en su estómago. Si oímos la versión del régimen, el bloqueo es el culpable de la escasez, pero todos conocemos la incompetencia de cada uno de los dirigentes de la isla. Y esa incompetencia sobrepasa el embargo.
¿Se acuerdan cuando Fidel Castro la cogió con el tema de las presas? Gastó millones y millones de dólares en esa gracia. ¿Qué resolvió? Nada. Ahí están las presas del país llenas de marabú, secas y con dos o tres clarias patisecas.
Hace poco vino un amigo mío de Chile. Le pregunté, casualmente, por el tema del agua. Me dejó loco su respuesta: “La mayor escasez de agua en Chile se vive en estos momentos. Hay lugares donde no llueve desde hace 12 años. Sin embargo, al chileno no le ha faltado ni una gota. La compañía encargada se llama Aguas Andinas, ningún Jefe puede ocupar cargos en el Gobierno y deben responder de inmediato cuando, por X razones, no llega el líquido a las casas chilenas”.
Aquí en el planeta Cuba, las cosas son diferentes. Llueve mucho, sin embargo, el noticiero te dice que estamos viviendo una sequía intensa y Acueducto Municipal ni se inmuta en cambiar las tuberías de mi casa que llevan 42 años puestas con 43 salideros.
Ante esta escasez mal amplificada desde los medios oficiales, los piperos son los más beneficiados. El de al lado de mi casa se hizo de una mansión. Terminó de construirla, la vendió y ahora está en Estados Unidos viviendo la dulce vida y con una piscina bien grande para no acordarse de que lucró con el agua, a costilla de muchas almas infelices.
Si unos buenos inversionistas se hacen responsables de los destinos del agua en Cuba, dejarán en evidencia al Gobierno. Puede haber toda la sequía que tú quieras, pero el preciado líquido nunca va a faltar. Eso lo aseguro.
Por el momento, seguimos en las mismas. Los piperos millonarios, los Castro con abundante agua y nosotros -los infelices de a pie- sin agua y sin otras cosas más.