EL DÍA DEL MIEDO

Frank Cortina

La Habana.- Estoy en Cuba, de vacaciones. Hay un calor insoportable, pero el cielo está precioso, muy claro. Posiblemente, el cielo es lo único lindo que le queda a Cuba. Y uno se pregunta, ¿cómo es posible ver a gente tan mala gobernando debajo de un cielo tan lindo? Esa pregunta boba me la acabo de hacer mirando hacia arriba en pleno malecón habanero, viendo pasar un avión de American Airlines con destino a Miami. Deben ir muchos cubanos en ese vuelo. Llorando. De nostalgia y de felicidad. Sobre todo eso, de felicidad. Serán libres por primera vez en sus vidas. Y esa libertad crea adicción. Dímelo a mí que llevo ocho años fuera de Cuba y no tengo un solo amigo en Asunción, pero toda Asunción me conoce.

He estudiado la fisonomía del paraguayo, y me alegro de verlos alegres, trabajando con ganas porque el salario les alcanza y la comida sobra en sus casas. No es una sociedad perfecta, pero me gusta verlos caricontentos, orgullosos de su país. En mi patria, no me pasa lo mismo. Hay algo indeciblemente patético en la cara del cubano que me hace mirarlo con miedo y saludarlo con una piadosa simpatía. 

Si les soy sincero, no he perdido el miedo. Es una cosa atroz, desgarradora. Se me descompone el alma cuando quiero decir Abajo Fidel y no me sale. Me da un calambre horroroso del pensamiento y del corazón, con escalofríos de angustias. Miro alrededor, todos me parecen Segurosos y uno comienza a experimentar el miedo en toda su horrible desnudez. No debería ser así, si yo soy un tipo libre. ¿Por qué ese miedo, a ver? Pendejo, eres un pendejo, me dice mi subconsciente.

¿Cuál es el origen del miedo? Debe ser cuando cumples cinco años y te enseñan a decir Patria o Muerte. Uno no está preparado para escuchar la palabra muerte, siendo todavía un mozalbete. Sin embargo, nuestros padres no tienen el valor para obligarte a decir Patria y nada más; o quizás Patria y Vida. Por ahí empieza el miedo, desde los cinco años. 

Antes de perder el miedo, creo yo, debemos ser independientes y no entregarnos ciegamente a las manos de un tirano. Nuestra guía debe ser la razón en todo sentido, ser dueños de sí mismos, aún viviendo tiempos difíciles. 

Hoy es 13 de agosto. Un día como hoy nació el fundador del miedo en los cubanos. No es un día para celebrar, más bien puede ser el gran momento para arrancarse, de una vez, esa sensación de angustia creada por un peligro real o imaginario. Con lo fácil que es acostumbrarse a vivir en libertad, encontrarse con sus infinitas oportunidades, vivir con esperanza; preferimos elegir el miedo, ese patrimonio nacional creado por un Castrador que hoy descansa en una piedra.

Van quedando pocas cosas insalvables en Cuba. Si no vamos a resolver nada como pueblo, salgamos todos de una vez y por todas de ahí, como quien huye de la contaminante desembocadura del río Quibu. Yo ya lo hice, aunque todavía tenga miedo.

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