Por Jorge Sotero
La Habana.- Las recientes medidas tomadas por el gobierno «revolucionario» cubano han provocado una situación de la cual no he tenido referencias en ningún lugar del mundo con anterioridad. Las personas han comenzado a comprar pesos cubanos físicos, por pesos cubanos virtuales.
No se trata de que las personas vayan a comprar una moneda con otra diferente, que es lo que llamamos valor de cambio, y que en Cuba tiene como referencia habitual al dolar, el euro y el llamado MLC, este último un engendro generado por el gobierno para enredar mucho más las cosas.
Ahora, el peso cubano físico ha ganado valor ante el peso cubano virtual, sobre todo para grandes transacciones. El físico se cotiza mucho más alto, como es de esperar, porque los cubanos lo van a necesitar para poder comprar dólares, algo que no podrán hacer con la moneda virtual, al menos en grandes cantidades.
Ayer, un amigo me envió una publicación de alguien que daba dos millones 300 mil pesos virtuales por dos millones físicos, y hoy me mandan otra con una propuesta de transferencia de 120 mil en tarjeta por 115 mil en efectivo.
De momento, me ha costado encontrarle una explicación, y espero que los especialistas que colaboran con El Vigía de Cuba se pronuncien sobre el tema, porque tal vez ellos tengan más información o conozcan de situaciones similares en otros países, en algún momento.
Lo que sí tengo claro es que todo esto sucede por el desorden económico en que ha entrado Cuba, por el andar sin rumbo de un gobierno inepto, que ha perdido completamente el rumbo y que da bandazos a un lado u otro, como el barco que navega sin piloto.
Además, este hecho, acompañado por medidas poco fundamentadas científicamente, afecta la principal función del dinero, que anula el trueque: ser utilizado como medio de cambio, ya que es intercambiable por otros bienes y servicios. A tal efecto, ya pueden observarse anuncios en Facebook como el siguiente: «Cambio un par de botas de trabajo por 10 libras de arroz».
En Cuba, no solo el dinero ha perdido su valor, sino que también ha visto dañada su función como unidad de cuenta o medida, porque puede no ser la moneda la que decida el valor de algún producto, en un regreso al trueque que usaron civilizaciones más antiguas y que perduraron hasta no hace mucho en los campos de Cuba.
«Cambio una arroba de arroz por una de frijoles», «doy un machete y un par de zapatos por un pollo», o «cambio una sábana por dos toallas», así se puede leer en los ‘revolicos’ -como llaman a esos sitios de compra y venta creados con el objetivo de eludir inspectores y policías- de los pueblos del interior de la isla.
Al mismo tiempo, el peso cubano perdió su función como depósito de valor. Solo hay que pensar en el que tuvo en algún momento del pasado 150 mil pesos en el banco y pensó que con esos seis mil dólares tendría resuelta la vejez o la posibilidad de enfrentar una urgencia, como un refrigerador roto o una reparación en la vivienda. Pues bien, esos 150 mil pesos se convirtieron en unos 650 dólares.
Todo eso, sin olvidar que se ha formado un caos enorme entre el que vende y el que compra. Y los precios han perdido la lógica y entraron en una situación de locura absoluta, provocado todo por la ineficiente gestión gubernamental, en un país que no produce absolutamente nada y que depende de importaciones o donaciones para que las personas sobrevivan, a duras penas.
Yo nunca he creído en los bancos, luego de unos rumores de hace 20 años, que decían que el primera base venezolano Andrés Galarraga había perdido todos los ahorros de una década, fruto de su salario en Grandes Ligas, siempre he pensado que el mejor ahorro es una inversión. Y así se lo he recomendado a muchos amigos. Lástima que algunos no me hayan hecho caso.