Por Jorge Sotero
La Habana.- Si desde la primera línea digo que Esteban Lazo no está capacitado para dirigir en ninguna parte, no tendría sentido que escribiera cinco párrafos, esos que pide el editor cada vez que nos lanza una pregunta a Oscar Durán y a este redactor con la intención de generar un poco de polémica.
Tampoco puedo ser abogado del diablo y defender lo indefendible. Lazo, por muchas escuelas de economía que haya pasado -como él se encargó de repetir recientemente-, por más que haya sido habitual en esos cursos del partido que se dan en la Ñico López, no tiene capacidad para dirigir en ninguna parte, sobre todo porque su imagen es repulsiva y su oratoria es pésima. Es de esos que con la palabra no logra convencer a nadie.
Tal vez pudo ser un buen capataz de una brigada de reparación de vías férreas, un bodeguero -aunque no, porque tampoco sería honesto- o jefe de una brigada de estibadores de azúcar en un central azucarero, de esos que ya casi no existen, pero no político, porque no transmite nada, no genera confianza, no empatiza, es poco creíble y se presta en todo momento para memes.
El presidente de la Asamblea tiene que ser un buen orador, ante todo. Debe tener una buena presencia, y si es humilde o no, poco importa, pero no puede ser un déspota como Lazo, quien desde que se convirtió en dirigente del partido trata mal a las personas, tal vez porque se considera un elegido, cuando nunca ha sido votado para ninguno de los puestos que ocupó desde que se dio a conocer como hombre de confianza de la cúpula castrocomunista.
De hecho, jamás se ha opuesto a ninguna de las directivas emanadas de la familia Castro. Para él, lo que decía Fidel era ley, y tras la muerte de aquel se convirtió en devoto de su hermano Raúl. Con esos antecedentes, cómo voy a decir que Lazo es el ideal como presidente de la Asamblea Nacional. Aunque de los diputados, ninguno me parece idóneo, por lo que es mejor que se vayan buscando otros puestos para el futuro.