Por Oscar Fernández (Facebook)
La Habana.- Aumentar los niveles de bancarización es imprescindible para nuestra economía, pero la Resolución 111 que acaba de liberar el Banco Central es suicida. Intentar aplicar en este momento lo que dicta esta norma va a significar un golpe demoledor para todas las personas: los pensionados, los trabajadores, los pequeños propietarios, los estudiantes, los desempleados, los remesados, todos.
Son innegables las carencias de efectivo en las instituciones bancarias y es cierto que el comercio privado tiene niveles de bancarización muy bajos aún, lo cual complejiza sobremanera la situación. Pero hay otros aspectos no abordados que también figuran como causas detrás de la escasez de billetes.
1. En enero de 2023, cuando el público operaba con relativa confianza sus transacciones digitales, el BCC impuso una restricción a las transferencias entre personas naturales fijado en 120mil cup mensuales. La intención parecía ser limitar las operaciones relacionadas con el mercado informal de divisas, que movía grandes montos en cada operación. El resultado fue la desbancarización de todas estas operaciones, que fueron empujadas de golpe hacia la economía del efectivo.
2. En un proceso de inflación galopante como la nuestra, se demanda cada vez más dinero para acceder a los mismos bienes. Si, en condiciones de baja bancarización, el BC no aumenta la denominación de los billetes, obviamente tendrá que poner a circular más billetes para que se realicen las mismas operaciones, con el consiguiente incremento de costos que ello supone. En países de la región como Uruguay, Brasil, Chile, México y Colombia, el billete de mayor denominación equivale a entre 23usd y 59usd. En Cuba, calculando a la tasa de mercado informal, esta equivalencia ronda los 4usd. Necesitaríamos un billetes de 5mil y 10mil cup para facilitar las operaciones económicas.
3. El desarrollo del mercado cambiario informal y la continua depreciación que experimenta el peso, sea como resultado de variables reales o de ataques organizados, es responsabilidad entera del gobierno, que debió hace mucho tiempo asumir las riendas del mercado cambiario comprando y vendiendo divisas a la tasa del mercado.
Las consecuencias directas e inmediatas de adoptarse esta medida son muy fáciles de predecir.
1. Las sucursales bancarias se verán sobrepasadas cuando, a los servicios que ofrecen hoy ya menguados, se sumen diariamente las miles de pymes operativas, a realizar depósitos o solicitar extracciones.
2. Ocurrirá una severa reducción de la oferta de importación privada (ya inició la cancelación de contenedores contratados) al verse imposibilitada de cerrar el ciclo, dada la ausencia de un mercado cambiario «bancarizado». Se desbocarán nuevamente los precios de productos que habían comenzado a bajar, se afectarán las producciones nacionales que tenían algún componente importado provisto por el sector privado, se afectarán encadenamientos productivos que beneficiaban al sector estatal. Y así, tras el llamado efecto multiplicador, se agudizará la estanflación en la que nos encontramos con mayores impactos para los de menores ingresos.
Es imprescindible destacar que las importaciones del sector privado no las compran sólo las personas «solventes». El pollo, el aceite y el detergente lo adquieren muchísimas personas que están muy lejos de ubicarse en un percentil alto de ingresos, que encuentran en esta oferta privada una alternativa mejor al mercado negro, tanto en precio como en seguridad, y de paso muchas veces más económica que la oferta de las tiendas MLC. Por otra parte, cuando desaparezca la oferta privada de pollo, las personas de mayores ingresos generarán una demanda que será satisfecha con el pollo de los pobres. Y desviarán y comprarán el pollo de los pobres. Así de simple.
3. Ocurrirá un impacto sobre el empleo y la estabilidad de muchas familias, dado que numerosos emprendimientos privados (no solo los comerciantes de productos importados) van a cerrar o se verán severamente afectados, y otros con idea de iniciar negocios la van a abortar.
4. Ocurrirá una expansión de los mercados informales y una profundización en ellos del proceso de dolarización. La bancarización pondrá un cepo a la circulación del efectivo en CUP, pero no va a reducir la economía del efectivo. El dólar va a asumir esa función. La digitalización financiera no va a conseguir que el peso cubano recupere sus funciones dinerarias, por el contrario, despidamos al CUP como unidad de cuenta y como medio de atesoramiento. Y para colmo, demos la bienvenida a un nuevo mercado informal del efectivo.
Nadie debería atreverse a mover ni una sola variable que amenace con reducir en un gramo la oferta en este país. Al igual que muchos economistas, el ministro Gil lo había afirmado en varias ocasiones. Pues el Banco Central ha desoído esta alerta.
Es incomprensible y muy desestimulante el método autocrático de toma de decisiones que el gobierno demuestra, con este anuncio. Si de democracia socialista se quiere hablar, no veo justificación para que una medida de este alcance no fuera presentada en la Asamblea Nacional una semana antes.
Quienes decidieron imponer esta norma en las actuales circunstancias, sin ponderar estas y otras consecuencias, cometen el mismo error que los que impusieron el Ordenamiento. Una política necesaria, pero aplicada con una secuencia incorrecta y bajo condiciones inapropiadas, produce un resultado muy diferente al que dice perseguir. Pareciera un patrón que se repite. El daño será irreparable. El tiempo se acaba, la gente se agota, se rinde, se sale.
Con decretos como este, el infame bloqueo de EEUU no tiene que idear nuevas vías que nos generen asfixiantes restricciones, se les facilita la labor. Reconocer que es un error aplicar esta norma en las actuales circunstancias, y repensar una estrategia diferente para aumentar la bancarización de la economía y para atenuar la escasez de efectivo, es lo que corresponde ahora. Hay que dar marcha atrás ya, aunque probablemente, sea demasiado tarde!