Por Arturo Mesa (Facebook)
La Habana.- Como ya he contado antes, ando de portero en un restaurante. Ya incursiono en otras actividades, pero lo principal es la puerta. Llego temprano casi siempre y me voy sobre las cinco menos los fines de semanas que entro tarde.
De ahí el hambre.
Entre las once y las cinco no almuerzo nada porque entra mucha gente y no quiero dejar aquello descuidado por lo que paso un hambre del cará.
El otro día me llama uno de la cocina: “Cuba, hicimos quesadilla, echa pa acá”. Y en ese momento me enteré que ellos hacían sus comiditas de vez en cuando porque tienen el mismo horario que yo.
Nota del comentarista: (Pa mi gente de Luyanó que no sabe lo que es una quesadilla –porque yo tampoco lo sabía, los del Vedado y Miramar sí lo saben, o dicen que sí–, es como un taco pero más chiquito y más fino relleno con lo que haya. El restaurante es de mariscos, pero un tipo de Luyanó se cansa del marisco y lo que quiere es su cerdito o su pollito o su resecita.
La cocina del restaurante es el aeropuerto internacional de Atlanta: Mexico, Perú, Venezuela, Mexico, Colombia, Estados Unidos, Mexico, Guatemala y ahora llegó el socialista. Lo que ellos no habían visto un cubano por ninguno de los paralelos de Atlanta, y allá me fui a matar el hambre temporal.
Como supuse, la quesadilla era de res. ¡!Hurra!!
Conclusión; le di una mordida a mi quesadilla. Error de principiante: ¡¿Méxicooooo, coñoooo!? Después de mi primera mordida lo que me dio fue por tomarme el agua que primero me encontré y que era la de limpiar los ostiones. ¡Pal carajo, qué picante! ¡Y yo creía que lo aguantaba bien!
–¿Caballero, pero esto qué cosa es? –dije.
–Coño, verdad, pobrecito que es cubano—respondió la mexicana responsable de la quesadilla–. Vamos a tener que sacar un sartencito aparte pal socialista este.
–Na, na, na, déjenme con mi hambre tranquilito en la puerta, que, además, dado mi entrenamiento previo, ya uno está adaptado.