Por Joel Fonte (Facebook)
La Habana.- A 29 años del «Maleconazo» el castrismo solo se sostiene por el inmovilismo del pueblo para exigir Libertad.
Los Sucesos de la Embajada del Perú, en abril del 1980, que derivaron en el éxodo por el puerto del Mariel de más de 120 mil cubanos, fue el hecho más significativo de descontento popular contra la dictadura impuesta por los hermanos Castro en Cuba antes de la Rebelión del 5 de agosto de 1994.
Ese día, y durante varias horas, las calles de los municipios más cercanos al Malecón habanero fueron ocupadas por un mar de pueblo que explotó ante la asfixia de la profunda crisis económica y social que Fidel Castro llamó eufemísticamente «periodo especial», y que fue en realidad el resultado de la incapacidad del régimen para administrar eficientemente una economía que no hizo más que saquear desde su llegada al Poder.
Fue también, y sobre todo, la consecuencia de impedir el ejercicio de libertades que el pueblo reclamaba entonces, como ahora.
Las campañas de manipulación del régimen pretendieron tergiversar la esencia de lo ocurrido ese día para mostrar un supuesto liderazgo de un Fidel Castro que llegó a las proximidades de las protestas rodeado de cientos de militares vestidos de civil y fuertemente armados -una escena manipuladora que copió Díaz Canel el 11 de julio del 2021- pero lo cierto fue que las manifestaciones solo cesaron cuando el régimen abrió las fronteras -el otro bien manido recurso de la «válvula de escape» empleado también tras el 11-J- y permitió la emigración masiva de los balseros.
En unas pocas horas, por el propio Malecón, más de 35 mil cubanos emigraron en la llamada «Crisis de los Balseros».
Ese hecho memorable fue la primera gran rebelión popular desde el 1959, y solo fue superada por las protestas multitudinarias que se extendieron a casi todas las provincias del país los días 11 y 12 de julio del 2021, y que movilizaron a miles de cubanos.
Las causas que han generado esos sucesos no hacen más que aumentar hoy, en una Cuba hundida por el éxodo incesante, el hambre, la ingobernabilidad, la corrupción, la inflación, la desesperanza… y con esas causas persiste la posibilidad de que se manifieste nuevamente el reclamo popular, y desencadene en el colapso definitivo de un régimen que está moribundo y que ya solo conviene a unos pocos privilegiados.