Por El Estado como talhttps://www.facebook.com/photo/?fbid=665336332304985&set=pcb.665336995638252
La Habana.- Descartando un “milagro” agropecuario o una gran transferencia de recursos desde el exterior, lo único que pudiera mitigar un mayor empobrecimiento en Cuba en la segunda mitad de 2023 sería un programa de estabilización macroeconómica efectivo, pero eso es poco probable.
El empobrecimiento masivo que ha ocurrido en Cuba resultante del paquete económico del “ordenamiento” de 2021, no se debe solamente al crecimiento de dos dígitos en los precios de consumo, sino a que estos han crecido más que el salario medio y las pensiones.
Aunque sin muchos detalles, en julio de 2023 se informó que el programa de estabilización macroeconómica se basaría en tres pilares, con objetivo antinflacionario y también buscando la estabilidad del tipo de cambio, ambos indicadores actualmente “descontrolados” en Cuba.
La estabilización macroeconómica consistiría en un proceso de desinflación, es decir, la reducción del ritmo de crecimiento de los precios, algo que es diferente a “eliminar” la inflación y que es muy distinto a reducir el índice de precios al consumidor (deflación).
De hecho, ya en Cuba ocurrió un breve proceso de desinflación post-ordenamiento, en el primer trimestre de 2022, sin un programa de macroestabilización. Posteriormente la inflación se aceleró, aunque con niveles de crecimiento interanual menores a los de la segunda mitad de 2021.
La breve desinflación del primer trimestre de 2022 se produjo en ausencia de un programa de estabilización macroeconómica, reflejando el progresivo agotamiento del “traslado” hacia los precios del macro “shock” inicial de la devaluación de 2400 por ciento del peso cubano en enero 2021.
El planteamiento oficial cubano parece consistir en un programa “heterodoxo” de estabilización macroeconómica que apoya políticas “ortodoxas” (política fiscal restrictiva y tasas fijas de cambio) complementadas con políticas de ingresos (control de precios y salarios).
Se observa un amplio consenso acerca de que las acciones antinflacionarias en Cuba deben incluir un incremento de oferta, pero es importante retener que ese crucial componente no es tarea de un programa de macroestabilización a corto plazo.
Hacer “normal” la respuesta de oferta de la economía cubana demandaría un complejo proceso de reformas en el largo plazo para abandonar el actual enfoque de “planificación centralizada”, pero no existen indicios de que algo así forme parte de los planes oficiales.
En el corto plazo hay poco margen de acción para incrementar internamente la oferta, probablemente con la excepción del sector agropecuario, pero difícilmente ocurra con el esquema oficial del agro basado en listas de medidas, microgestión local y excentricidades.
El limitado margen en el corto plazo también incluye otras acciones con “pronóstico reservado”: renegociar deudas, donaciones, mayor dolarización, encontrar suministradores alternativos, MIPYMES, inversión extranjera, y redistribución sectorial de fondos de inversión.
El problema es que cuando se consideran todas las posibles opciones para un “salto” de oferta en el segundo semestre de 2023, el margen de acción seguiría siendo muy limitado y por ello la estabilización macroeconómica tendría que concentrarse en medidas del lado de la demanda.
En un programa “heterodoxo” enfocado en el control de la demanda existen restricciones. La política fiscal está limitada porque la reducción “real” (descontando inflación) del gasto social parece estar en el límite, y los ingresos “reales” no aumentarían con bajo incremento del PIB.
Será difícil estabilizar la tasa de cambio del peso cubano (CUP) y podemos olvidarnos por ahora de su eventual “fortalecimiento”. Con una economía frágil, de bajo crecimiento y con escasa oferta interna, la probabilidad mayor es que el CUP siga siendo “papel mojado”.
También arruinan al CUP el persistente avance de la dolarización del mercado interno, el afianzamiento de tinglados online en divisas con precios desmesurados, y la improbabilidad de que pueda “desarrollarse” un mercado cambiario en medio de una aguda crisis de divisas.
De los dos componentes de las políticas de ingresos (control de precios y salarios) del programa “heterodoxo”, la variable que mejor controla el gobierno es el salario y lo que se ha hecho y parece que seguirá haciéndose es un ajuste por compresión relativa de salarios.
Vale insistir en que el empobrecimiento masivo actual en Cuba, con salario medio y pensiones inferiores a la canasta de referencia de bienes y servicios, es el resultado de una modificación de precios relativos: salarios y pensiones que crecen menos que los precios.
Es una estabilización económica que se guía por consideraciones políticas: trata de “sintonizar” la dureza del ajuste con la tolerancia social y política de un costo que recae en los ciudadanos, y que trata de “adecuar” -por diversos medios- cuando sea necesario.
El segundo componente -control de precios- permitiría aliviar la centralidad que ha tenido el control de salarios, pero no queda claro si esa apuesta funcionará porque hasta el momento el crecimiento de precios de consumo continúa creciendo a un ritmo de dos dígitos.
Es probable que el gobierno cubano persista en el control de precios y salarios en 2023, con firme “custodia” de estos últimos porque la vía disponible relativamente más expedita para la macroestabilización es prolongar una compresión de salarios y pensiones respecto a los precios.
(El Estado como tal es un perfil de Facebook que analiza la realidad cubana desde una posición objetiva, sin fanatismos ni posicionamientos políticos extremos)