Por Germán González (Facebook)
La Habana.- Uno de los temas más tergiversados de nuestra historia ha sido el de la corrupción existente durante la República. Sin negar su existencia es bueno aclarar dos cosas:
Nadie, o muy excepcionalmente, no conozco ningún caso, se robaba dinero de presupuestos o bancos. Lo usual eran las «coimas» al asignar obras u otros trabajos públicos a particulares, pero la obra quedaba ahí, luego de 65 años de desidia y abandono aún están ahí.
Un ejemplo entre miles: las obras viales. Carreteras, puentes y túneles existen aún a pesar del abandono durante 65 años. En particular, la carretera Central sufre la leyenda urbana del robo de un metro. Eso es mentira, el libro sobre las 7 maravillas de la ingeniería cubana de Juan de las Cuevas describe minuciosamente el proyecto y cómo se ejecutó.
Lo cierto es que el presidente Gerardo Machado y algunos de sus allegados compraron una empresa en quiebra en Estados Unidos y le asignaron las obras. A la vez hicieron una ley de aranceles, pidieron un crédito a bancos con esa ley como garantía. Resultado: Machado y compañía millonarios, miles de cubanos escaparon de la Gran Depresión, pero al terminarse la inmensa obra el Estado no debía un centavo a nadie y la Central está ahí aún…
El más documentado estudio sobre las grandes fortunas y empresas cubanas durante la República es «Los propietarios de Cuba 1958», de Guillermo Jiménez, junto a su gemelo «Las empresas de Cuba 1958» y puede sorprender la escasa proporción de políticos que se encuentren entre las 550 mayores fortunas de Cuba y sobre todo aquellos que no eran ya ricos al entrar en política. La única excepción era Fulgencio Batista, de origen humildísimo y fallecido multimillonario.
Otros, como Ramón Grau San Martín y Carlos Prío Socarras, herederos de inmensas fortunas, murieron en la miseria, uno en La Habana y el otro en Miami.
Los mencionados volúmenes constituyen lectura obligada y muy amena, de cómo se hicieron las grandes fortunas de Cuba, gracias a iniciativa, inteligencia y trabajo, mucho.