Por Anette Espinosa
La Habana.- Luego de las protestas de los últimos días en Alamar, las fuerzas represivas se dieron a la tarea de buscar a los líderes, a aquellos que ellos creen que iniciaron las revueltas, los que incitaron a salir a las calles a sus vecinos ante la escasez de agua, electricidad, transporte, o alimentos.
Fieles a su estilo, citaron a algunos a las unidades de la policía, y preguntaron, metieron el dedo, intentaron ser condescendientes, hicieron promesas, se hicieron pasar por buenos, amenazaron, todo con la intención de dar con alguno que haya sido promotor de algo para armarle un expediente, pasarlo a la Fiscalía y mandarlo una década al Combinado del Este, la oscura prisión aledaña a la capital.
Eso también lo hicieron por las calles, mientras estaban infiltrados entre la multitud, porque aunque usted no lo crea, amigo lector, los ‘segurosos’ se involucran en las protestas y gritan consignas y proponen hacer esto o aquello, con tal de conseguir después sus objetivos, aunque al final se quedaron con las ganas en Alamar.
Los habitantes de esa zona del este de La Habana, un reparto donde todo es complicado, desde el transporte hasta encontrar alimentos, prefirieron guardarse los nombres de los supuestos líderes e hicieron como el pueblito español de Fuente Ovejuna, inmortalizado por el gran Lope de Vega y Carpio en su pieza teatral Fuenteovejuna.
Acá no hubo comendador que matar, pero, hasta ahora, al menos que se sepa, no han podido apresar a nadie. Aunque numerosos agentes de la seguridad se han mudado al lugar a tiempo completo con el único objetivo de interrogar y meter miedo.
A un amigo, compañero mío del preuniversitario, le dijeron que si no estaba de acuerdo con el sistema, de cómo se vivía en Cuba, que se fuera del país, y que no creara problemas, porque podían encarcelarlo por desacato y por incitar a las revueltas. Mi amigo, que solo salió a protestar, como todos los demás, le advirtió que había nacido en Cuba y que no tenía que irse del país porque alguien se lo exigiera.
El oficial de la Seguridad, que supuestamente se llama Ernesto, le advirtió que en cualquier momento lo citaban para abrirle una causa. Y le aconsejó que lo mejor era no salir de casa a nada, «ni a buscar las cosas de la bodega».
Así que por lo que vemos, ha comenzado el régimen de terror, tal como hicieron cuando el 11 de julio de 2021, o como pasó en Nuevitas, Camaguey, o en Caimanera, Guantánamo, más recientemente.
Cuba tiene que convertirse en una Fuenteovejuna, desde Maisí hasta San Antonio, si pretendemos que el castrismo sea extirpado de esta tierra de una vez por todas.