TENEMOS QUE IMPORTARNOS PRIMERO A NOSOTROS MISMOS

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(Tomado del Facebook de Javier Bobadilla).- ¿De qué vamos a reflexionar? Diríase que sí, pero en realidad no hay temas. Para hablar sí, pero pensar, ya no queda mucho que deba ser pensado. La Fuerza de Gravedad es la única fuerza que no se discute.
¿El 11J? Este 11J no pasó nada.
¿Conclusiones del aniversario? No. Ya hice una reflexión por el primer aniversario del 11J. Si ahora resulta que todos los años voy a tener que escribir algo el 11 de Julio, acerca del 11 de Julio del 2021, entonces lo mismo da que escriba del Moncada. Eso es vivir de la fecha, exactamente lo mismo que hace el gobierno.
¿El barco ruso y el submarino americano? Por gusto. Ahí lo tienen. Lo estoy diciendo desde que empezó la guerra de Ucrania hace más de un año, cuando DC se precipitó a Rusia a decirle a Putin que el cuartico rojo con el espejo en el techo seguía ahí, esperando por él.
¿Sorpresa? Yo no. Yo me senté a comer rositas de maíz, viendo mi propia vida pasar. El problema es tuyo, y de tus hijos en el servicio militar, que se pasaron la semana acuartelados. Yo no tengo hijos, y estoy suficientemente enfermo y soy suficientemente impredecible como para que mandarme a la guerra sea una monumental estupidez.
Contratan youtubers por el mundo, para que hablen bien de Ellos. ¿Qué decir de eso? Si con la cantidad de arrastráos que hay aquí, perreando para subir al equipo, Ellos prefieren contratar un «intelectual» de otro país, es señal de que el círculo se cerró lo suficiente como para que ya no crean en nadie, ni siquiera en los más entusiastas.
O mejor, ya saben que nada de lo que se diga que salga de aquí dentro, va a ser creíble. Tiene que venir de afuera.
Lo de la credibilidad es complicado. Hay 3 tipos de contenido:
1- El que producen para que se lo crean los inversionistas actuales y potenciales.
2- El que producen para que nos lo creamos nosotros.
3- El que producen para creérselo Ellos mismos.
El 1 no ha dejado de funcionar. El inversionista sigue cayendo de berraco, y sólo después se da cuenta de que su dinero no va a volver. El juicio de la deuda -donde el banco no era de nadie-, ha sido toda una novedad. Algo así como:
«Coñó, a Cuba se le podía reclamar el dinero!?!?!?»
Porque si bien, repito, el banco no es de nadie -anda así, por la vida-, al echarle la culpa al banco aceptaron que la deuda existía. No había una salida 100% limpia. Nunca la hay cuando debes miles de millones de dólares, los cuales pidió prestado uno que eres tú mismo con un nombre, lo recibió otro que también eres tú mismo con otro nombre, y después tú mismo -sin nombre- te lo has estado robando de un bolsillo para el otro durante un par de decenas de años.
El 1 no ha dejado de funcionar. Hasta ahora. Buena suerte con esos inversionistas portugueses e italianos.
El 2 es por gusto. O bueno, si queda alguien que se crea que Cuba avanza, va y le funcionan los panfletos con 50 medidas y 138 transformaciones que lo dejan todo igual que cuando estaba peor. No, eso último no es un error mío. El tiempo se vuelve cerrado, y cada vez tiene mayor curvatura.
El 3 es el contragolpe a la Guerra Cognitiva, la Obra Maestra de la Sapingancia, la Técnica Final del Gran Sapingonsohn, Primer Secretario del Planeta Sapingotrón.
Vean que yo escribo esto, y no dice nada. Cognitivamente tiene cero contenido. No lo tiene que tener. Tú sabes lo que tienes que decir, pero no lo dices. Yo también lo sé, y entonces te escribo una cosa que no lo dice, pero te sirve para pensar en ello, y darle estructura. Yo escribo la matriz extracelular. Yo sé donde van las cosas. Tú sabes las cosas que tienen que ir.
Josep Borrell vino a Cuba. Había venido varias veces antes, pero nunca en calidad de Alto Representante de la Unión Europea para la Política Exterior y de Seguridad Común. Y no, ese título no es como lo del Planeta Sapingotrón, que me lo inventé sobre la marcha. Este puro pincha en esa talla, de verdad. Pero tiene su propio enfoque, el cual, por supuesto, no tiene nada que ver con nosotros y nuestra realidad.
El caso es que viene a Cuba, se pone la camisa de flores para salir a pasear -el nuevo uniforme de colonizador-, ve 2 viejas que casi se fracturan la cadera por correr a abrazar a DC, y 4 desocupados en short y chancletas jugando dominó en una esquina. Colige de lo anterior que todo sigue fresa, chachi piruli, y se vuelve a la Unión Europea feliz de la vida.
Reuniose en el interín, con personalidades de la sociedad civil cubana, a los cuales dejoles bien claro que él no vino a meterse en problemas. Que a él le preocupaba la estabilidad de la inversión europea en Cuba.
Cuando llega a la UE, da su discurso, condensable en algo así:
«Tenemos la pelota de Carlota invertida en Cuba. Los rusos se quieren meter. Vamos a perder la inversión. No se mareen con el baro. Ah, y sí, los derechos humanos están en candela, y defienden la invasión de Ucrania. Yo los regañé, pero bajito, para que nadie se molestara. Háganse los locos y miren para otra parte.»
Da el discurso, y el Parlamento se le queda mirando, con cara de «asere, fuiste a Cuba a inflar». Se crea un estira y encoge. Gente que le tiene tremendas ganas a Esto aprovecha y pone el déo durísimo. El Parlamento Europeo decide -359 votos a favor, 226 en contra y 50 abstenciones después-, condenar enérgicamente las violaciones de los derechos humanos en Cuba, y que la UE tiene que tomar cartas en el asunto. Entre las medidas que propone están retirar el apoyo económico al gobierno de Cuba y sancionar personalmente a DC.
El gobierno de Cuba, con Bruno al frente, condena enérgicamente la enérgica condena de los europeos. Yo, pasando un enérgico calor y almorzando un pan con jamonada genocida de la bodega, me vuelvo a sentar a ver la película.
¿Por qué?
Porque la toma de decisiones en la Unión Europea se realiza entre el Parlamento Europeo, el Consejo Europeo, el Consejo de la Unión Europea, la Comisión Europea, la Corte de Justicia de la Unión Europea, el Banco Central Europeo, y la Corte de Auditores Europea.
¿Pila de gente, eh? El gobierno de la UE es extremandamente redundante.
Todo el mundo de traje, en aire acondicionado, jamándose un filete con unos vegetalitos salteados en aceite de oliva.
Mientras tanto, los enérgicos defensores de lo que queda de la Revolución Obesa, también en aire acondicionado pero con un gusto un tanto menos refinado, se comen unas bandejas de jamón de pierna y queso gouda, en lo que van pensando qué van a condenar próximamente.
¿Y saben qué más?
Borrell tiene razón. La UE tiene muchísimo dinero invertido aquí, todo puesto al 51/49 y sin otra garantía que la palabra de Díaz-Canel y Marrero, que ahora mismo, es la palabra de Putin. Y nosotros no le importamos a nadie, apréndanse eso.
No importar es un estado de la mente. No se puede uno molestar, no tenemos derecho. Tenemos que importarnos primero a nosotros mismos.
Borrell, como todo buen político viejo, es conservador. El cambio no se le da bien. Cuando piensa en un cambio en Cuba, viene a su mente una rebambaramba. Y no le gusta. Puede llegar al poder un radical que nacionalice los hoteles en nombre del pueblo oprimido, y colorín colorado. Puede llegar un pro-ruso, que decida que nadie va a tener derecho a hacer ningún negocio excepto los bendecidos por el Kremlin. Puede llegar un pro-americano, que haga lo mismo pero con Washington.
Cuba es un país de extremos, sabe bien. Puede llegar un psicópata que decida que los empresarios españoles son traidores al pueblo cubano, porque comerciaron con la tiranity, que tienen el número de la bestia y deben arder en el lago de fuego, literalmente. Así que Borrell le apuesta al malo conocido, que siempre ha sido mejor que el bueno por conocer.
Y yo estoy viendo la película, pero en las películas uno siempre se imagina participando.
Yo le vendería mi 51% del hotel a los dueños del otro 49%. El Estado no debe tener hoteles. Les vendo mi parte, les cobro el alquiler de la tierra y el impuesto por la ganancia. Les doy total libertad de contratación de mano de obra cubana, y me quito del medio. El trabajador cobra el salario que negocie con el dueño, paga también sus impuestos, y el dueño puede hacer dentro del hotel lo que considere correcto, siempre que no entre en conflicto con las leyes cubanas.
Con el dinero que salga de ahí, doy créditos para ciudadanos cubanos que deseen entrar en el negocio del turismo. Casas de alquiler, experiencias, guías de turismo, el almendrón rosado y todo lo que yo me pueda imaginar, pero sobre todo, lo que no me puedo imaginar. Porque ahí está la belleza de esto. Yo no me lo tengo que imaginar. Yo tengo que poder prestar el dinero, para que el que se lo imagine lo pueda poner en práctica lo más rápido posible. Y que le hagan la competencia más feroz posible a los extranjeros dueños del hotel. Y que un día, un grupo de cubanos tenga dinero para comprar el hotel.
Pero aquí estamos. Nunca somos los que hablan con el que viene. La decisión nunca es nuestra. Seguimos siendo espectadores de nuestra propia vida. Seguimos viviendo de parásitos en un animal muy grande, que ya se murió.
No me digan más que escriba del 11J, que también se murió. Yo no tengo el poder de revivirlo.
P.D. La Asamblea de Cineastas sigue haciendo lo correcto. La han pinchado muchísimo, desde todas partes, para que se precipite, y dé un paso en falso, pero ha resistido, y está siguiendo su evolución natural.

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