(Tomado del muro de Facebook de Joel Fonte)
La Habana.- La nueva Cuba, el logro de la democracia y la libertad a que tenemos derecho como ciudadanos y como nación, llegará solo con nuestra voluntad y acción; con nuestra capacidad para imponer esos derechos.
Sin embargo, es innegable que en pleno siglo XXI, en un mundo tan interdependiente -con los efectos que esa dependencia genera entre los Estados en todas las áreas de la vida, entre ellas la economía y la política- ningún gobierno puede subsistir aislado.
Por eso el régimen Castrista repta como una serpiente cascabel entre los pies de los regímenes ruso, chino, iraní… a la vez que busca el guiño cómplice de algún proveedor de turno que le prolongue la caída definitiva…
En esa dilación del colapso, ha recibido la ayuda vergonzosa de la democracia más plural que conoce hoy el mundo: la Unión Europea.
Ese bloque occidental, que reúne a 27 Estados con una población cercana a los 450 millones, firmó en diciembre del 2016 una negociación llamada «Acuerdo de diálogo Político y Cooperación» -ADPC- con el régimen Castrista que suponía múltiples ventajas económicas, pero sobre todo la ruptura del aislamiento político de un régimen condenado por años en el oeste europeo por sus sistemáticas violaciones a los derechos humanos y la esclavización en masa de la población cubana.
Menos de un año después, cuando aún el Acuerdo no había sido ratificado por la mayoría de los países miembros de la UE, comenzó su aplicación provisional en noviembre del 2017.
Esa victoria de la corrupta dictadura castrista fue el resultado de múltiples alianzas e influencias dentro del Parlamento Europeo, sobre todo con la ayuda de europarlamentarios de izquierda, españoles, franceses… Algunos de ellos son confesos admiradores, servidores de la dictadura, y gozan de enormes privilegios en su relación con el régimen de Raúl Castro.
Son también veladores de los millonarios intereses que el empresariado europeo, español fundamentalmente, tiene en Cuba.
El dinero que se le roba al pueblo cubano, el que no ve en forma de salarios, de alimentos, de medicamentos, de transporte, electricidad… va a los bolsillos de muchos de esos diputados corruptos que venden la imagen del castrismo en Europa como el paraíso en la tierra…
¿Que pasó luego? A lo largo de estos casi 6 años de implementación del Acuerdo, el régimen Castrista ha persistido en desconocer el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, y cuantos instrumentos internacionales de derechos humanos existen: ayer mismo se conmemoraron 2 años de las multitudinarias protestas del 2021, donde se privó de la vida al menos a un manifestante por la violencia policial, hubo cientos de heridos, y la represión desatada abarcó a miles de detenidos. Aún hoy cerca de mil permanecen en prisión.
La Unión Europea solo ha lanzado tímidas quejas en todo este tiempo, cuestionamientos plañideros, pero ha mantenido el Acuerdo.
Una superpotencia con tanta influencia en la geopolítica mundial ha tolerado que se aplaste a un pueblo al que lo unen raíces históricas, mientras sigue negociando con un régimen asesino, aliado de sus actuales enemigos sentados en el Kremlin…
Ahora se ha aprobado por ese Parlamento Europeo otra nueva resolución condenatoria, que amenaza con suspender el Acuerdo, que promete sanciones, medidas…
Resulta, en todo caso, de la influencia de verdaderos demócratas, de políticos y parlamentarias honestos, que siempre los hay en medio de tanta corrupción.
Pero se haga realidad o no, y pueda influir en mayor o menor medida en el aislamiento de la dictadura cubana, el futuro de Cuba sigue estando en nuestras manos…
No más temor.
No más dictadura en Cuba.