(Tomado del muro de Facebook de Jorge Menéndez)
La Habana.- Quizás muchos de nosotros nos dejemos llevar por la propaganda occidental, que nos vende lo que toca en cada momento, pero pasado casi un año y medio del inicio de la guerra en Ucrania hay tantos hechos concretos que vale la pena detenerse a pensar.
¿Quién era Zelenski? Un pobre actor de telenovelas que salto a la fama como el protagonista de un serial de éxito en la televisión de su país, llamado «Sirvo al pueblo».
Sin embargo, cuando se aproximó el proceso electoral, uno de los principales magnates del petróleo y gas ucranianos, llamado Igor Kolomoisky, y, a su vez, acérrimo enemigo del antiguo presidente Petro Poroshenko (también magnate del sector de las confituras y el chocolate), decidió utilizar la ‘fama’ que ganó Zelenski por la telenovela para intentar colocarlo como su peón presidencial.
Para esto, Kolomoisky ofreció su canal de televisión a Zelenski, con el objetivo de que promoviera su candidatura y, como era evidente, con estos medios a su alcance, el ahora mandatario ganó por goleada.
Su gran slogan de campaña fue acabar con la guerra del Donbas, pero solo hoy vemos los resultados concretos de su gestión.
El mandatario ucraniano ofreció su país a la OTAN para provocar a Rusia. Le iba a poner cohetes en la frontera, a cambio de entrar por proceso urgente en la Unión Europea, algo que, por activa o por pasiva, le habían comunicado que llevaría al menos 10 años, por la corrupción imperante en el país, la depauperada economía, lo arcaico de su sistema judicial, y por sus inexistentes garantías de tolerancia y libertad.
El señor Zelenski llegó al poder con un equipo escogido por él, del que ya no queda nadie, porque Kolomoisky fue, poco a poco, sustituyéndolos por gente de su entera confianza.
Tras el estallido de la guerra con Rusia, Zelenski adquirió otra dimensión y ganó fama, promovido por los medios occidentales, ante los cuales se siente como pez en el agua. Comenzó a codearse entonces con los lideres occidentales y con el viejo Biden. Con el apoyo de estos, la influencia sobre su gobierno de Kolomoisky disminuyó notablemente, hasta tal punto de que el mandatario le declaró, bajo presión occidental, la guerra a los magnates ucranianos, incluido el propio Kolomoisky, quien estaba sancionado desde hacía años por Estados Unidos.
A partir de ahí se le sucedieron, hasta el día de hoy, dimisiones, además de serios problemas con el alcalde de Kiev, el otrora boxeador Vitali Klichkó, considerado un héroe en Ucrania por su historial deportivo y parece que también por ser un buen gestor.
Desde su círculo cercano dicen que tuvo firmada varias veces la destitución de Klichkó como edil de la capital, pero, por miedo a su tirón popular, no lo ha destituido aún.
Zelenski también cayó en desgracia con los alcaldes de Lvov y Odessa, dos de las ciudades más importantes de Ucrania. Sin embargo, se cree ya un héroe mundial, con poder para exigir lo que desee, entre esas cosas, por ejemplo, entrar como miembro de pleno derecho a la OTAN, aún a sabiendas de que esto acarrearía una tercera guerra mundial.
El ministro de Defensa del Reino Unido tuvo que frenarlo en seco y pedirle un poco de humildad y agradecimiento al esfuerzo europeo por apoyarlo e insistirle que Europa no es Amazon.
Zelenski se abroga el derecho de pedir armamentos por toneladas, y manda a su pueblo a una muerte segura, a sabiendas de la imposibilidad de vencer al ejército ruso y negándose sistemáticamente a negociar para lucir ante Occidente como el paladín de la libertad y de la cruzada antirusa, mientras los hijos de su tierra mueren abandonados por él mismo.
También amenazó con su inasistencia a la cumbre de la OTAN de Vilna, terminada la víspera, si la Alianza Atlántica no se aceptaba a Ucrania de facto como miembro pleno y sin paliativos. Incluso, llegó a decir que la OTAN no era nada sin Ucrania.
De tal manera, como miembro de la Unión Europea, nada de nada, tampoco de la OTAN. Eso sí, miles de muertes quedarán en tierras ucranianas por el accionar de un comandante en jefe que dice cada día un discursito en cada cita europea y que no visita el campo de batalla, porque lo suyo no es la guerra. Lo de Zelenski es la comedia y eso si sabe hacerlo muy bien. Deténganse a pensar.