Por Jorge Sotero
La Habana.- Sandro Castro viene de una estirpe provocadora. Por sus venas corre sangre prepotente y burlona. Es la misma de Fidel Castro, de su hermano Raúl, de Mariela, una de las hijas de este último, y hasta la de Raúl Guillermo, alías El Cangrejo, nieto del anciano decrépito que aún rige los destinos de Cuba, aunque todas las culpas vayan a las espaldas de Díaz Canel.
Pero no vengo a defender al indefendible Hombre de la Limonada, sino a hablar de Sandro Castro, el nieto del eterno comandante en jefe, un burlón más, que le recuerda cada día al pueblo cubano que su familia está por encima de todo y de todos, que mientras el ciudadano común padece todas las limitaciones posibles, ellos llevan una vida sin límites.
Si las fotos adjuntas a este artículo hubieran sido tomadas en Europa, al hijo de un parlamentario común, no pasaría nada. Pero en la Cuba de hoy, exhibir una despensa llena de comida para un gato, cuando los cubanos no tienen qué comer, es una falta de respeto literal.
Me alegro por la vida del pequeño felino, que lleva una existencia placentera, pero me remuerde saber cómo este cretino, heredero y aprovechado, le restriega en la cara a millones de niños y ancianos que no tienen qué desayunar, almorzar o cenar, despensas llenas de comida para un animal, con el perdón de los defensores de los animales.
Estas fotos son de una hipocresía y una indolencia totales. Es una burla colosal, como mismo se burló cuando hace dos años hizo público un vídeo en el cual alardeaba de un vehículo Mercedes Benz, a exceso de velocidad, por una autopista.
Estos tipos no cambian. Así nacieron y así morirán, si es que no ocurre en Cuba lo que tiene que pasar y un tribunal de verdad les quita todo lo que les han robado al país, que no es poco.
Sandro es detestable y nadie le pone coto. No hay un periodista afín al régimen que lo haga público, ni uno de los familiares que lo mande a parar. No lo hacen porque lo consideran normal, porque forma parte de la rutina de los Castro de cada día.
Con él pasa como con Mariela, que se ha convertido en la segunda persona de Cuba que más entrevistas da, después de Israel Rojas, el cantante de Buena fe. Esa es otra que no pierde oportunidad para burlarse de uno de los pueblos que más ha sufrido en el mundo a causa de una dictadura.
Recientemente dijo en México que la libreta de la bodega tenía un éxito total y que era adorada por los cubanos. Incluso, se atrevió a decir que ella tenía una y que como no fumaba, le daba a algún amigo los cigarros y los tabacos que le tocaban cada mes. Solo con una cara más dura que el ladrillo refractario se pueden decir estas cosas.
Y lo peor de todo, es que algunos le creen. Lo mismo que otros celebran a Sandro cuando llena de fotos sus redes sociales.