(Tomado del muro de Facebook de Eduardo González Rodríguez)
La Habana.- Hace como veinte años publicaron en el periódico Granma una crónica sobre un chofer de camiones de carga (rastra) que fue detenido al salir de La Habana. El policía de la motorizada que lo detuvo, le pidió los documentos reglamentarios y el hombre le entregó la orden de carga, el autorizo de transportación y otros papeles oficiales. Cuando el policía le pidió la licencia de conducción, el chofer se puso trémulo y respondió: «no, no tengo licencia. Nunca he tenido licencia».
Resulta que el hombre llevaba más de veinticinco años empleado como chofer del Puerto de La Habana sin licencia de conducción. A pesar de que había viajado Cuba entera distribuyendo mercancías, nunca lo habían detenido por una infracción, nunca hubo que ponerle una multa, ni jamás había tenido un accidente.
El policía puso en conocimiento de las autoridades los detalles de tan insólito caso y finalmente decidieron tomar la medida de otorgarle la licencia de conducción con honores, inmediatez y en acto público. Estaba más que demostrado que el hombre era un chofer precavido y de sobrada experiencia.
Ahora, en 2023, leo que a Angel Kike Díaz lo detuvo un funcionario y pretende revocarle la vida -no es el trabajo lo que intentan revocarle, entiéndase bien, es su vida- porque no tiene papeles para hacer lo que lleva años haciendo con una calidad indiscutible y con una aceptación a prueba de balas. No voy a explicarles el currículum de Kike. Es tan inmenso y tangible que se explica por sí mismo. Solo apuntar, casi todos sabemos quien es Angel Kike, pero… ¿alguien sabe quién es el funcionario? En la respuesta está la explicación de todo este embrollo.