Por Pablo Alfonso
Santiago.- El próximo 11 de septiembre se cumplirán 50 años del golpe de Estado en Chile, y el Museo de la Solidaridad, que lleva el nombre del derrocado presidente Salvador Allende, ha presentado un programa de exposiciones que busca activar la memoria desde una mirada transformadora y de esperanza.
Una de ellas -Magnitud 11.9- corresponde a una muestra de la cubana Tania Bruguera, una reconocida artista que, con su obra, incómoda al régimen cubano, provocó la ira de Pablo Sepúlveda Allende.
¿Que quién es este sujeto? ¿Usted no vio su segundo apellido? Pues sí, se trata del nieto de Salvador Allende, el mismo que se suicidó aquel 11 de septiembre de 1973, nada más y nada menos que con un fusil regalado por su gran amigo Fidel Castro.
Resulta que este nietecito, por cierto, graduado de médico en Cuba, dijo que se trataba de un insolente agravio hacia la imagen, memoria y legado de su abuelo.
Para colmo, este bebé, que se ahorró la plata del clan de los Allende por estudiar gratis en Cuba, aseguró que Bruguera solo destaca porque su puesta en escena es contraria políticamente a la revolución cubana.
El muchacho sabrá de medicina y eso no se lo voy a cuestionar, pero de arte, al parecer, no sabe nada. ¿No sabe mi tocayo Pablo que a Tania Bruguera le han abierto las puertas las catedrales de la cultura contemporánea, desde Nueva York hasta Londres? ¿Tampoco conoce que recibió el Premio Velázquez, el galardón de artes plástica más importante en el ámbito iberoamericano?
Innumerables son los premios recibidos por Bruguera, como la Beca Guggenheim (EEUU), el Príncipe Claus (Países Bajos) o el Meadows Prize ( también de EEUU), entre otros.
Por favor, Pablo, antes de hablar de Tania Bruguera, documéntese un poco. Respete a los que han tenido que sufrir por criticar al comunismo y sus consecuencias, y deje de asumir esas tareas que le da la embajada de Cuba y que asume como pago por aquellos estudios que hizo allá.
Usted, no sabe lo que es tener que abandonar el país que te vio nacer. No por elección, como lo ha hecho usted, sino por obligación. Usted, Pablo Sepúlveda Allende, ha vivido varios años fuera de su país, pero siempre porque le apeteció. Primero, para estudiar gratis en Cuba. Y luego para hacer su especialidad en Venezuela.
En Venezuela disfrutó las mieles del poder, por su relación con María Gabriela Chávez. Una joven cuyo apellido nos recuerda a alguien, ¿verdad? Pues sí. Estuvo usted con la mismísima hija del dictador Hugo Rafael Chávez Frías, su millonaria heredera. Y, para colmo, usted ha dicho que Venezuela es una de las democracias más vibrantes de América Latina.
¡Qué horror, Pablo! ¿No ve usted el sufrimiento de millones de venezolanos que han tenido que abandonar su país por esa dictadura, muy alejada de esa democracia de la cual hablas? Muchos de ellos han tenido que venir a parar acá, a Chile, en busca de algo que en su país no pueden tener. Y se me antoja pensar en la libertad, pero también en una vida mejor, al menos digna.
A mí me encanta el nombre de Pablo y siempre he vivido orgulloso de llevarlo, porque ha sido también el del apóstol Pablo, el de Picasso, McCartney, Neruda y Milanes, entre muchos otros grandes. Cámbiate el tuyo, por favor, o no hables más tonterías, mucho menos de Tania Bruguera.