Por Jorge Sotero
La Habana.- El gobierno de Estados Unidos, según Granma, tiene la culpa de lo que aconteció en Cuba en el verano de 2021. Dos años después, el órgano oficial del Partido Comunista se esfuerza en intentar demostrar su tesis y llama a los cubanos a preservar una supuesta unidad que solo existe en las mentes calenturientas de los que dirigen el país y el referido periódico.
“La división de los revolucionarios bajo falsos pretextos de mayor democracia, pues ese sería el primer paso para destruir desde adentro la propia revolución, el socialismo y por consiguiente la independencia nacional y volver a caer bajo el dominio del imperialismo norteamericano”, dice el libelo comunista en el sumario de la nota, titulada “Nuestra arma estratégica frente a amenazas y agresiones: la unidad”.
Desde el propio sumario, el rotativo culpa a fuerzas externas del intento de acabar con lo que una vez fue una revolución, y advierte que puede ser destruida desde adentro. Y no lo dice, pero está clarísimo: el proceso revolucionario se destruyó desde su interior desde hace mucho, y no fue por culpa de Estados Unidos ni de organizaciones en el exilio, sino por la propia incapacidad y el inmovilismo de unos líderes que, al llegar al poder, hicieron lo mismo que sus antecesores. O peor.
Según Granma, “Frente a la mentira, la patraña y el llamado al odio y la violencia del imperio y sus mercenarios, ha brillado la decisión mayoritaria del pueblo cubano y de su presidente Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez de superar escollos, marchar adelante y salvar la Revolución”. Pero olvida que cuando los cubanos, en cantidad superior al medio millón se levantaron el 11 de julio de 2021 para reclamar libertad, fue el propio jefe de Estado el que llamó al resto a salir a las calles a golpear, y el que mandó a policías y militares a sofocar la rebelión.
El hombre que, supuestamente, dirige Cuba, apareció exaltado ante las cámaras de televisión, sin tener seguridad de lo que proponía, para llamar a la confrontación, al choque entre cubanos por creencias diferentes. Se notaba en su rostro una presión enorme, tal vez porque fue el ultimátum que le dieron los Castro.
Las cosas le salieron bien, si así se le puede llamar a la forma con la que sofocaron unas protestas que terminaron con más de mil 300 jóvenes y adolescentes condenados a penas altísimas, la mayoría sin delitos probados, y que terminó después con un éxodo generalizado camino a las fronteras de Estados Unidos o de cualquier otro país.
Granma cita el libro “Cuba, un golpe blando fallido”, del Doctor en Ciencias Manuel Hevia Frasquieri para decir que “el gobierno de los Estados Unidos tiene una responsabilidad directa en los disturbios del 11 y 12 de julio de 2021, con el recrudecimiento del bloqueo en el contexto de la COVID-19 y porque desde su territorio se incitó y financió abiertamente a individuos y grupos a que cometieran violaciones de la ley. Ello incluyó acciones de violencia, robo, asalto, agresión, además que se ejecutó desde allí, durante semanas previas, una campaña de desinformación y calumnias por las redes digitales”.
Luego, párrafo por párrafo, se encarga, con sus argumentos, por supuesto, de hilvanar una historia tenebrosa sobre el papel de Washington, sus servicios de inteligencia, su dinero, en la promoción de un cambio de gobierno en Cuba. Y olvidan que quienes más han hecho para que ese cambio se produzca son los propios dirigentes de la revolución, desde el fallecido Fidel Castro hasta el simple intendente de un municipio en la actualidad.
Cuba tiene un gobierno ladrón, incapaz, indiferente a los problemas del pueblo. Por años, cuando la URSS abastecía a Cuba de todo, o casi, las cosas funcionaban más o menos bien. La escasez no era tan notable, pero luego los hijos del gallego de Birán se encargaron de llenar de riquezas a sus familias, y olvidarse del resto. Para eso, se apoyaron en una masa aborregada que se creyó siempre, a pie juntillas, el discurso oficialista, y que terminó por convertir a la isla en el segundo país más pobre del hemisferio, y ya eso es mucho decir.
Para tapar sus errores, nada mejor que buscarse un enemigo. Y como este no podía estar dentro, porque a los opositores los asesinaron, encarcelaron o deportaron desde el primer día, las culpas las paga Estados Unidos, el país que espían desde fuera y desde dentro, al que envían oleadas migratorias, luego de sucios acuerdos ocultos con la también dictadura sandinista.
Ahora, víspera del 11 de julio, dos años después del levantamiento popular, temen que la historia se repita. Lo temen más porque saben que una buena parte de las fuerzas policiales ha pedido la baja del cuerpo, que los militares -hasta el grado de generales incluso- han expresado su malestar, y porque saben, gracias a sus servicios de inteligencia, que muchos de los que reprimieron la vez anterior, no van a salir a golpear ni a hacer nada por el castrismo, de repetirse la situación.
Esa situación aterra al régimen, que se apresura, como todo el que no tiene nada más que hacer, a lanzar piedras sobre el tejado del vecino, y a culparlo de todos los males que tiene el suyo.
A Cuba le falta un empujoncito. El gobierno está más inclinado que la torre de Pisa y solo necesita de unos valientes que terminen de lanzarla abajo, para iniciar el camino de la reconstrucción, que será duro, muy duro, pero que terminará de una vez con la lacra que consumió al país y a su nación.