La violencia

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(Tomado del muro de Facebook de Arturo Mesa)
La Habana.- Yo nunca he estado a favor de la violencia y menos la que se lanza desde el cómodo sofá de la distancia.
Leo con preocupación incitaciones a la violencia y pienso que esa no podrá ser nunca la solución a nuestros problemas. Dentro de los valores que nos hace humanos, y por tanto mejores, está el del amor al prójimo como quimera universal, y por tanto la violencia no tiene cabida en el concepto.
Mucho más fuerte es quien se resiste a ella y asume en carne propia sus consecuencias.
Uno no puede querer violentar desde afuera el espacio en donde alguna vez tuviste una escuela, una casa o una novia.  Los que quedaron atrás no tuvieron tu suerte de emigrar y mientras no les queda opción que desgastarse en una cola para adquirir algún producto, tú con el ingreso que te proporciona algún interés, (y que además puede que sea lo único que sepas hacer), lo que logras es enredarles aún más la vida a tu exmaestro o médico o algún compañero de la infancia.
Pero la violencia, como la vemos hoy, viene de ambos lados y de eso hay que estar conscientes.  Si el sistema no permite cambios, está siendo violento. Si el sistema encierra a los jóvenes por protestar, está siendo violento y si el sistema mantiene una economía fallida y ni siquiera lo acepta en nombre de un fallido proyecto, está siendo violento y está colocando violencia en cada cola que haya que hacer para comprar algo.
Por tanto, no puedo justificar la violencia desde el confort de la visa, ni la violencia solapada de las autoridades.
Pienso que la mejor solución es desde adentro y siendo consecuentes.
Ser consecuente implica actuar y reaccionar de la manera que dicta tu conciencia.  Si el pan no sirve, lo decimos y exigimos por ello. Si el transporte no funciona lo decimos y exigimos por ello y si el bloqueo es la razón entonces explíquenme el asunto hoteles, marinas, desarrollo de cayerías y salarios para expiar personas incómodas en vez de para sembrar frijoles.
Consecuencia es lo que hacen algunos dentro de la isla que pueden sufrir ataques directos y causas inventadas y sin embargo, siguen siendo fuertes en sus convicciones –y no violentos–. Esa es la manera más eficiente: la de la verdad palpable en cada edificio que se derrumba y en cada actualización de emigrados. Pudiera parecer que eso nunca ha surtido efecto, y yo te garantizo que sí, lo que sucede es que el miedo, la comodidad de unos, la doble moral de otros y el interés de unos terceros, no han brindado su apoyo a los que sí son consecuentes y entonces, los que saben manipular, los presentan como minoría articulada y pagada cuando lo cierto es que la inmensa mayoría está convencida que hoy, el mecanismo de gobierno sobra y los cuentos ya no se los cree nadie.
La palabra de orden es consecuencia; ¿qué queremos y qué no tenemos? Cuando cientos de voces se unan en una sinfonía de serias protestas tendrá que haber cambios o tendrá que declarase el gobierno abiertamente como lo que no les gusta que les digan; o una o la otra, porque la única razón de existir de un gobierno es hacer que su sociedad funcione y prospere, nada más lejos de la realidad del cubano de hoy. Siendo consecuentes, tendrán que asumir el sufrimiento que llega a cada mesa por cada día que pasa sin que aparezcan soluciones. Pero promover la violencia desde afuera no es otra cosa que aniquilar las raíces de donde tú mismo surgiste. Esa no es la posición ni conduce al interés colectivo, solo con responsabilidad cívica podremos salvar el proyecto de país que hoy se hunde.

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