Testimonios de manifestantes (I)

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Oscar Durán.- Se acerca el 11 de Julio y el El Vigía ha contactado a varios cubanos protagonistas de aquella hazaña. Quisieron omitir sus nombres por temor a represalias de la dictadura con ellos y su entorno familiar. Este primer testimonio pertenece al joven Y.P.L, del barrio La Güinera, uno de los epicentros de las manifestaciones más grandes contra la dictadura en más de 60 años.

“Ese día estaba en casa de un socio jugando FIFA. Hacía tremendo calor y entre una cosa y otra salgo a la puerta a fumarme un cigarro. Me pongo a revisar Facebook y veo que las primeras ocho historias de mis amigos son videos del pueblo de San Antonio de los Baños en la calle.

De momento distingo a lo lejos varias gente en la Calzada diciendo en voz alta: caballero, vamos pa´bajo para que se nos incorpore más gente y gritemos libertad, libertad. Cuando yo oí eso, pensé en mi viejita. No te lo voy a negar, tenía miedo. No quería ver a mi mamá sufriendo y mucho menos caer en un calabozo.

Pero poco a poco se iban incorporando más gente. Todos eran jóvenes y había muchas mujeres. Apagué el cigarro, encendí el celular y comencé a gritar Patria y Vida, Diaz Canel Singa´o, Libertad, Abajo la dictadura. En mis 32 años, por primera vez me sentía libre.

Aquello tomaba y tomaba más fuerza. Cuba no aguantaba más. Era una rabia acumulada de años. De momento todo se empezó a calentar. Trajeron la Brigada Especial y piedras iban y piedras venían. Hasta disparos vi. Lo que yo viví en ese momento nunca lo olvidaré.

Que nadie se engañe, nosotros sí estábamos marchando pacíficamente hasta que llegaron estos esbirros a reprimir, de lo contrario, en La Güinera todo hubiese sido tranquilo.

Como a los dos días, viene a mi casa un tipo vestido de civil presentándose como el Mayor Javier diciendo que necesitaba hacerme varias preguntas en la Unidad. Me esposó frente a mi madre y me condujo en una moto Suzuki. Al llegar a la Estación, me suben a un segundo piso y allí estaba esperando el Teniente Coronel Pedro Julio Infante. Sentado en una silla,  ponen un video donde aparezco gritando Patria y Vida, Abajo la Dictadura y Libertad para Cuba”.

-”¿Por qué dijiste esas cosas?”, soltó el Oficial.

-”Era una marcha pacífica y estaba ejerciendo mi libertad de expresión plasmada en unos de los artículos de la Constitución”, respondí.

-”Terminando de decir eso, me dio el primer piñazo por el ojo izquierdo. Di en voz alta ahora mismo Viva Cuba. Dilo, carajo”, exclamó.

“No dije absolutamente nada, apenas veía y el ojo me dolía un mundo. Entonces, el Teniente Coronel encendió la computadora y buscó si tenía antecedentes penales, pero vio que estaban limpios. Eso resultó peor porque me dio golpes por todos lados. Cuando terminó la golpiza, llamó a una enfermera para que firmara un papel donde decía que no había recibido maltrato. Por supuesto, no firmé.

De ahí, me trasladaron directo a la cárcel de Valle Grande. Ocho meses fue la sanción. Estuve en una celda de cuatro personas y éramos 28. Fue un momento duro de mi vida.

Gracias al Parole pude salir hace veinte días de aquel infierno. No puedes imaginarte la felicidad tan grande que tengo. A mí las caras  de todos esos canallas, jamás se me van a olvidar. Algún día se hará justicia. Confío mucho en que así será”.

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