EL FEOCINO DE ORO

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(Tomado del muro de Facebook de Jorge Fernández Era)

La Habana.- Escribió mi hermano Ulises Toirac:
¡Asere, no sé por qué la cogen contigo! ¿No sigues siendo el flacucho enclenque que conozco? Coño, porque parece, por la cantidad de medidas que te suenan, que le metes a los esteroides en la misma costura. Te espantaste durante un año un gimnasio patí solo o estudiaste en la Rambo University. Vaya, que te hacía de la bodega pal tai chi en el parque, ¡y resulta que ni eso te dejan hacer!
Atiende, Jorge Fernández Era: no te sigas tomando esos brevajes pa fuertes. Lo tuyo es el cerebro, mi broder, seguir haciendo chistes de tó… Deja el invento de tratar, pa que te cojan miedo, de hacerte el fortachón onda Arnold Muchasletras. ¡Que no se diga a tu edad, caballo! Vaya, vergüenza me da que tú…
Pérate, acaba de llamar un socio y dice que sigues tan remamao como siempre. ¿Cuál es el miedo que te tienen, compay? Na, ¡no entiendo un carajo, asere! ¡Tírame por privado, que ahora sí me quedé en babia!

Mi respuesta:
Hallo en Facebook un comentario achacable a un tipejo de alias Toirac. Ha tenido el desparpajo de calificarme como «flacucho enclenque» y «remamao». Lo dice quien no se salvó de la segunda convocatoria de Biceps I y II —a semestre por brazo—, no obstante utilizar una de sus tácticas de enmascaramiento preferidas: colocarse de lado.
¡Te reto a duelo! ¡Demuestra, víctima del Ordenamiento, que en tu bodega distribuyen más de once onzas de pollo! ¡Acompáñame a la Unidad de Zulueta a ver si allí ríen por tus chistecitos o porque los barrotes te superan en grosor!
Si el Vellocino de Oro fue objeto extravagante, tú, Feocino de bajo peso específico, lo trasciende. Todavía me pregunto por qué Ulises tiene tanta suerte para las Penélopes. ¡Te salvas, cacho de cabrón, de que ya estás con letras doradas en lo mejor del humorismo griego!

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