(Tomado del muro de Facebook de Arturo Mesa)
La Habana.- Mis padres yumas me sentaron a ver una película… “trabajo político” supongo. Se llama “La vida de los otros”. Es un WOW así en mayúsculas. El equipo de trabajo de la presidencia debería verla para ahorrarnos unos cuantos milenios de los que nos prometieron. En esencia: el muro se va a caer y el rey lo debe saber.
Es un filme de cómo los servicios secretos de la exRDA lo infiltraban todo, acusaban a todo el mundo y le hacían la vida un yogurt al que no apoyara abiertamente el sistema socialista. Más o menos lo que nos sucede hoy. El enfoque puesto en la destrucción del ser humano, del creador, del hombre con un plan y no en el progreso social.
O sea, el aparato tiene un aparato para, en vez de producir alimentos, espiar a las personas que se oponen al aparato. Los oficiales cobran, míseramente por hacerle la vida imposible a los “incómodos”, en vez de cobrar por crear honradamente, por producir o realizar labores humanitarias.
Ellos tienen familias, carreras, casas y autos por el mero hecho de haber destruido hombres de bien con una visión distinta de cuál debería ser el camino. No se me ocurre nada que pueda ser más ruin. La parte más baja de la naturaleza humana, “lo que importa es el Partido”, no el progreso; nosotros somos fichas colocadas, de ahí que hablamos de Partido en vez de creación de empleos o incremento en las producciones.
Por suerte aquel muro cayó y hoy muestra una economía envidiable. Este muro ni se tambalea, aumenta la vigilancia en momentos en que, según me cuentan, ni agua hay en Playa. ¡Cuánta decadencia humana en perseguir ideales en vez de dedicarle recursos a mejorar el bombeo, las tuberías o los accesos. ¡Cuánta fuerza policial para intentar controlar al que disienta sin permiso!
Ninguna sociedad creada por el hombre va a ser perfecta, pero cuando sus hombres más capacitados se dedican al recelo la sociedad se va a hundir. Ninguna sociedad será perfecta, lo que sí es perfectamente construible en cualquier escenario es una estructura que garantice que prime la opinión de la mayoría y no la de un reducido grupo de personas que ni siquiera entienden qué es lo que defienden o, en el más inmoral de los casos, lo entienden, hasta que llegue la visa.
El hombre no puede seguir siendo lobo del hombre por un capricho fundamentalista y la historia nos ha advertido. El ser humano tiene que apostarle a lo que engrandece al hombre y eso es la empatía, el progreso social, el respeto al trabajo, la economía, el gusto por las artes y por las causas nobles del hombre.
La única constitución regente debería ser la que tenga como valores primarios esos conceptos y los lleve a verdadera práctica. Quien tenga “la razón” no es lo importante, la razón es esquiva y se sabe ocultar, lo importante es que la mayoría concuerde con el método. Es duro el camino pero el primer paso es el respeto por la diversidad.
Perseguir ideales que disienten es, posiblemente, anular un plan para mañana, seguir exportando intelectos y llevar poco a poco al país por el sendero de la destrucción. Y créanme, siempre se puede destruir un poco más.
Miserablemente tristes han de sentirse quienes viven de espiar al vecino ya que su aporte para con el progreso es cero y su contribución a la involución enorme. Es como derrochar lo que ha desarrollado la naturaleza durante milenios en intentar revertir lo alcanzado. Mientras más oficiales de esos tenga una sociedad más pobre será su futuro. Y no se trata de espiar por el bien del socialismo, se trata de maldad, de ataques a la belleza más completa que hemos conocido: el intelecto.
El intelecto necesita riendas sueltas y la mayor recompensa es el reconocimiento social. La mayor contribución es para con la sociedad y el mayor orgullo tiene que ser siempre el del aporte al desarrollo de la especie, trátese de un novedoso engranaje, de una prenda de vestir, de un gancho para colgar llaveros o de una teoría nueva para la evolución.
Logros de ese tipo conducen al bienestar social mientras que con la persecución del intelecto a lo que se llega es a noches de insomnio, mala vibra para tu entorno y a una certera incompatibilidad con tu propia persona. Claro que vi mi país reflejado en la película y ojalá los que dirigen la isla se sienten a ver lo mismo que crearon oficiales parecidos y que llevó a la destrucción de familias enteras por creer en una tesis que no respetó lo más sagrado: el derecho a una vida plena. El mensaje está ahí.