Momento de Gloria: Cuando Casanova dio jonrón y Pineda lo mandó a su casa

DEPORTIVASMomento de Gloria: Cuando Casanova dio jonrón y Pineda lo mandó a su casa

Por Nelson de la Rosa Rodríguez

Santo Domingo.- Aquella tarde de 2017 coincidimos en el estadio “Héroes del Mayabeque”, de Güines, en el occidente cubano. Tuve la suerte de coincidir con Luis Giraldo Casanova, el mismo que Bobby Salamanca bautizara como “El Señor Pelotero”. Era mi ídolo deportivo y el protagonista de innumerables anécdotas, dentro y fuera del beisbol.

Yo formaba parte entonces del staff de Radio Mayabeque y debía narrar el juego entre Mayabeque y Pinar del Río, correspondiente a la Copa “Ñico Jiménez”, y él era parte del cuerpo de dirección pinareño.

– “Profe, soy Nelson de la Rosa y sé que dispone de poco tiempo, pero me gustaría que usted me concediera unos minutos para entrevistarlo antes de que termine la competencia”. Así le dije.

Entonces sin pensarlo, como si le hiciera swing a una recta por el centro del plato, me contestó: “No hay problema niño, pero tiene que ser ahora mismo porque en cuanto termine el juego salgo para la ciudad de Pinar del Río y no regreso hasta la semana que viene, cuando el equipo vaya a jugar la Copa Antillana”.

Y como las oportunidades las pintan calvas y hay que asirlas por los pelos me dispuse a conversar con Luis Giraldo, el mismo que participó en 6 Campeonatos Mundiales, 6 Copas Intercontinentales, 2 Juegos Panamericanos y otros 2 Centroamericanos.

Hablamos de sus comienzos en el Béisbol, de aquel equipo Cuba juvenil donde fue cátcher, del momento actual del Béisbol cubano, de aquella derrota en los Centroamericanos del 82 (aunque él no estuvo), de las injusticias de que fue objeto, en fin, de muchas cosas y en muy poco tiempo.

Sin embargo, quiero quedarme con 2 anécdotas. La primera te la dejo hoy, y la segunda, quizás mañana.

Cuando Casanova habla del manager José Miguel Pineda (1941-2008) los ojos le brillan y me dice:

“Mira, para que tengas una idea de quién era Pineda para mí, te voy a decir que una noche en el estadio Capitán San Luis, yo estaba jugando en el center fiel. El juego estaba empatado a 1 carrera y los rivales tenían un corredor en segunda con la posibilidad de la ventaja. Yo me puse un poco más corto para evitar que con un hit el hombre anotara. Efectivamente, se da la conexión y cuando voy a tirar al home, la bola se me cae y el corredor anotó. Nosotros vinimos en el final del noveno, no pudimos empatar y perdimos 2×1. Esa noche el público de mi provincia me chifló y me ofendió mucho. Entonces le dije a Pineda, que era el manager, no juego más pelota. ‘Pero niño, qué es eso’, me dijo. Le contesté: me voy para mi casa y no juego más pelota. A mí no se me puede chiflar en un terreno de pelota.

Al otro día había juego, yo ni fui a entrenar, lo tenía muy claro. Pero Pineda se apareció en mi casa junto con el cátcher Juanito (Juan Castro), en un carrito americano que este tenía. Entonces le dije: Pineda, te dije ayer que no juego más. Entonces me dice: Tienes que ir a jugar porque te vine a buscar yo.

Es así que le digo: únicamente así voy, porque te considero como mi padre. Ahí entonces eché el traje de pelotero en el maletín y me dijo, no, no, no, póntelo aquí en tu casa. Le hice caso y fui con ellos para el estadio.

Pineda me puso en el line-up, empezó el juego y vinimos a batear en la parte baja del primero y en mi primer turno doy jonrón y la gente empezó a aplaudirme. Entonces cuando llego al dogout me dice Pineda, ahora quítate el uniforme y vete para tu casa y no vengas más al Estadio hasta que no regresemos de la gira, para que la gente aprenda a respetar a los peloteros. Ese era Pineda, el Conde.”

Hoy reconozco que no recuerdo cómo quedó aquel juego entre Mayabeque y Pinar del Río, en una tarde de 2017 en Güines, pero sí tengo claro que ese día tuve el privilegio de conversar con Luis Giraldo Casanova, el señor pelotero, al que un manager lo mandó para su casa, para que la gente lo respetara.

También hablamos de aquella famosa jugada en primera base durante la final del Mundial de Parma, en Italia, en 1988. Pero esa es otra razón para volvernos a encontrarnos en este mismo sitio donde hablamos de esos momentos que, por ser tan grandes, se convierten en momentos de Gloria.

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