Granma niega ola de violencia, mientras crecen muertes y asaltos

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Por Jorge Sotero
La Habana.- El diario Granma dedica una página completa a una editorial con la que pretende lavar la cara de los órganos encargados de garantizar la tranquilidad del país, en momentos en los cuales ni con el mejor desinfectante del mundo puede hacerlo, porque cada día ocurren decenas de robos, asaltos y muertes, con los agentes del orden en sus cómodos cuarteles.
Pero es normal que el libelo del Partido Comunista rompa una baraja a favor de una institución, el ministerio del Interior, a la cual la población no quiere ver ni en pintura, porque una buena parte de sus miembros tienen las manos manchadas, y no solo de sangre.
En el Minint pululan los policías corruptos a todos los niveles, los agentes sin vocación, los patrulleros abusadores, los oficiales que chantajean a todo el que puedan sacarle algo. Abundan en las filas del supuesto órgano de control los ladrones, los proxenetas, los maltratadores de mujeres y niños, y, sobre todo, aquellos que abusan del abuelito que revende periódicos, tabletas de maní o cigarros para buscarse la vida porque la pensión no le alcanza ni para sacar la miseria que mandan a la bodega.
Los policías se pasean orondos por las calles, pero se desentienden de los problemas, de velar por la tranquilidad de los pueblos, campos y ciudades. En su inmensa mayoría son groseros en el trato, lo mismo si hablan con un delincuente que con una persona normal. No saludan a quienes acuden a los cuarteles a hacer las acusaciones o reclamaciones, porque creen, de verdad, que su salario lo paga el gobierno, y no el trabajo del pueblo, que es el único que genera valor.
A los miembros del Minint no les tiembla la mano a la hora de reprimir a aquellos que, cansados de aguantar maltratos y miserias, intentan reclamar, al que protesta porque no tiene alimentos para sus hijos, o un techo para su familia. Porque a ellos, a los policías, los compran con casas, con cajas de pollo y pomos de aceite. Con ron y hasta algunas vacaciones pagadas en cualquier lugar. Y Granma ahora les intenta lavar la cara, pero olvida que 40 mujeres fueron víctimas de violencia de género en el país desde el 1 de enero.
El periódico del gobierno pasa por alto que una joven, casi adolescente, entró a la estación de Policía de Camalote, en Camaguey, en busca de ayuda, porque su pareja la perseguía para matarla, y el oficial, muerto de miedo, permitió que la asesinaran de dos machetazos. Solo después de eso se le quitaron los temblores, sacó su arma y disparó contra el asesino.
Granma dice que no hay violencia, pero yo me pregunto cómo se le puede llamar a la ola de robos en las viviendas con las familias dentro, al cada vez más creciente delito de robo de ganado, al terror que hay en ciertos lugares, donde la gente se tranca en sus casas desde el anochecer y no abre la puerta a nadie.
Mientras el rotativo se deshace en elogios al sistema y a sus órganos de control, Yaicer González, un cubano de Mulgoba, en el municipio de Rancho Boyeros, denunció un robo en su casa, con su familia dentro. Acá le dejo unos párrafos, ideales para contraponerlos con lo que dice Granma, con respeto absoluto a la ortografía del autor.
«Quiero hacer público mi inconformidad con las instituciones policiales, ya que el 17 de mayo fui atacado en las horas de la madrugada con toda mi familia dentro»… Me rompieron la reja botándome el candado de la reja, me forzaron la puerta principal penetrando así a mi casa, donde me despierto en conjunto a mi esposa por el estruendo realizado por estos HP.
«Tomaron a mi madre de 78 años de edad, dejándole moretones en el brazo por los jalones que le propiciaron para entrar a mi mamá para el segundo cuarto, donde duermo con mi esposa.
«Estos ciudadanos se encontraban encapuchados, con enguatadas oscuras, gorras y pasamontañas, siendo lo único posible para el reconocimiento sus miradas fijas y agresivas. Además de su voz, donde expresaban ‘quédate tranquilo que voy a matar a tus hijas’.
«Me lanzan dos puñaladas, me cortan en los dedos y me hacen una herida superficial en el abdomen. Lo único que pedían era que les diera dinero, dinero que no tenía ni disponía de él porque lo he utilizado en el abastecimiento de mi familia».
«Es increíble como en Mulgoba hayan sucedidos casos con muchos parentescos y la Policía no hace nada. ¿Hasta cuándo tenemos que soportar esto?.
«Me pregunto: ¿no es suficiente con la la miseria con la que estamos viviendo en el día a día, para más no poder descansar en tu casa tranquilo? ¿Quién le pone freno a esta violencia? ¿Dónde están esas llamadas autoridades que están para defender y apoyar la tranquilidad ciudadana ? ¿O simplemente están para pegar multa al viejito del manis, al que vende el aceite, al botero que está luchando sus cuatro pesos para alimentar a su familia, cuyo productos tiene que pagar bien caro porque el Estado cubano no es capaz de abastecer un país?»
«¿Cuántas personas deben morir por causa de la violencia que estamos afrontando los ciudadanos de este país supuestamente tranquilo?».
Yo no voy a decir nada más. Con esas líneas basta para demostrar que el Órgano Oficial del partido Comunista miente una vez más, como lo hace siempre, y como sabe que siempre habrá alguno que le cree, lo seguirá haciendo.

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