Confilo sufrió en Alemania lo que Buena fe en España

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Por Anette Espinosa
La Habana.- El partido de izquierda que invitó a Michel Torres Corona, el aburrido presentador de Confilo, a Alemania, canceló las charlas, conferencias, o conversatorios, como mejor nos guste llamarlas, en al menos dos lugares de aquel país.
Según Rafael Muñoz, un cubano aplatanado en tierras germanas, los alemanes no quisieron ser cómplices del emisario del castrismo y le cerraron las puertas, o lo dejaron plantado, aunque verdaderamente cuesta explicarse qué podría decirles un tipo con tan pocas dotes de comunicador a la gente de izquierda de ese país del primer mundo.
A continuación les dejo lo publicado en el perfil de Facebook de Rafael Muñoz:
«Al parecer DieLinke, el partido de izquierdas que invitó a Michel (conFilo) a Alemania ha caído en cuenta que tales compañías pueden dañar su ya mala imagen. Los tiempos no son buenos para la izquierda alemana, con menos del 5% de los votos en las pasadas elecciones, no pueden darse el lujo de echarse más tierra encima.
«Aquí no metemos escándalos, muchos cubanos nos han criticado por eso. En este país no hay que esforzarse mucho. Basta enviar un par de cartas y recordar las cicatrices de la Stasi para que la gente se de cuenta de con quién está hablando y eviten al personaje.
«Hoy leo que sus presentaciones en Hannover y Bremen han sido suspendidas. En esta última, la ciudad de donde proviene el cubano-alemán condenado a 15 años de cárcel por filmar las manifestaciones del 11J le iba a ser muy difícil encontrar justificación para tal acto ante su familia, sus amigos y los alemanes en general.
«Michel no ha anunciado su paso por Berlín y es una lástima. Hace un año me hizo el honor de mencionar mi nombre en su programa y aumentó así en varios miles el número de personas que me lee y visita mi blog desde la isla. Sería una buena ocasión para agradecerle tal deferencia. Eso es una publicidad que no me puedo pagar.
«Incluso me ofrezco a llevarlo a hacer un recorrido por las huellas que el muro dejó en esta ciudad. Finalmente le propongo tener una charla de un rato. Nada de escándalos, mucho menos alzar la voz. Cinco minutos él, cinco minutos yo ante una cámara. Dos cámaras sería mejor (una él y una yo).
«Le cedo incluso “mi cómoda silla de Berlín”, como él la bautizó desde La Habana. Es muy cómoda, sí. Incómodas serían las verdades que tendría que oir».

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