Por Jorge Sotero
La Habana.- El régimen cree que la mayoría de los cubanos somos anormales, incapaces de sacar conclusiones propias, y que nos puede mentir a rajatabla. Pasa con lo que nos cuentan del bloqueo, con el ‘sacrificio’ de los dirigentes, con el ‘altruismo’ de los Castro, y ahora quieren colarnos de nuevo lo de la vacuna Abdala, como el non plus ultra de los descubrimientos científicos contra el coronavirus.
Tengo muchas razones para no creer en ella, a pesar del extenso artículo de hoy del diario Granma, titulado «Vacuna Abdala: excelente protección para las embarazadas y sus bebés», firmado por una de las periodistas de cabecera del impuesto presidente cubano, cuyas disertaciones sobre el fármaco nos quieren colar.
Antes que todo, quiero recordar que el coronavirus se controló en Cuba no por las vacunas, sino por la cantidad de contagiados. La mayor parte de la población se enfermó y eso terminó por aplacar la incidencia de la enfermedad, tal como predijo la Organización Mundial de la Salud (OMS) que pasaría en la mayoría de los países del mundo.
Sin embargo, un gobierno que ha vivido seis décadas y media agarrándose a clavos ardiendo, tenía que sacar algún provecho para su relato de aquellas supuestas vacunas contra el covid con las que vacunó -o intentó- a la mayoría de los cubanos, que morían por cientos y se enfermaban por decenas de miles cada día. Los datos sobre el covid en Cuba fueron una mentira total, desde los enfermos a las muertes. Y ahora muchos no recuerdan que el sistema de salud colapsó, lo mismo que el sistema funerario, incluyendo los cementerios, en tanto el gobierno, mentira tras mentira, quiso venderle al mundo una supuesta naturalidad en todo eso.
Y encima, vendieron lo de las vacunas, algunas de las cuales hasta lograron exportarlas, porque siempre hay en el mundo algún otro gobernante anormal que termina por creerse el cuento. Como piensa una gran cantidad de cubanos, que creen que se salvaron por obra y gracia de la ciencia cubana.
Que conste, no estoy denigrando a los científicos cubanos. No lo haría con ellos ni con nadie, pero todo es muy dudoso, turbio, y demasiado bueno para ser verdad. Y como uno está adaptado a entenderse con las mentiras, lo duda al principio, y luego termina por no creerlo.
Ahora mismo, desde antes de coronavirus incluso, Cuba está entre los países más pobres del mundo. En Cuba no hay ni harina para pan, para no decir que ni se encuentran aspirinas o antibióticos, ni había oxígeno cuando lo del covid, y entonces uno tiene que tragarse que encontraron los recursos para trabajar en vacunas, algo que no pudieron hacer países con enormes recursos, con centros científicos de altísimo nivel, universidades vinculadas al estudio de estos fenómenos, y un respaldo gubernamental total.
Estados Unidos, Israel, Francia, Alemania, el Reino Unido, Japón, Australia, Italia, Noruega, España o Dinamarca, por solo mencionar algunas de las naciones más ricas del mundo, probaron con un fármaco o esperaron que otros lo hicieran y luego lo compraron. Incluso, en esos lugares hubo dudas sobre la efectividad de las vacunas, porque todo tuvo que hacerse con una velocidad asombrosa.
Y entonces, en Cuba nos vendieron lo de varias vacunas, producidas por obra y gracia del espíritu santo, en lugares donde los que trabajan pasan mil vicisitudes, sin recursos, a veces sin corriente, con la cabeza puesta, la mayoría de las veces, en los problemas que tienen en sus casas.
Para mí, es una soberana mentira lo de Abdala, Soberana y todo eso que nos quieren vender. Y aunque Granma recoja las declaraciones del Hombre de la Limonada, sobre todo aquello de que «el uso de los medicamentos cubanos, ahora en tratamientos más específicos en embarazadas, dan resultados que también son impresionantes», no seré yo quien lo tenga en cuenta, porque el gobernante, además de inepto es un mentiroso empedernido y solo busca extender su estancia en el poder y trata de terminar su segundo mandato al frente de la isla, un lugar al que no debió llegar nunca, y al que accedió por caerle bien a Raúl Castro.
Por aquello de que para muestra un botón, les recuerdo que en el Granma era normal tener noticias cada semana sobre la mortalidad infantil, comparándola, sobre todo, con la de Estados Unidos y los países del primer mundo, a pesar de que sabíamos que mentían en los datos que manejaban. Pues busquen la última vez que vieron algo de eso. Ya no nos comparamos, ni hablamos del tema, porque la mortalidad se ha disparado en todas las provincias, por diferentes causas, entre ellas el bajo peso al nacer y cualquiera sabe cuántas cosas más.
Aún exportan médicos, pero no hablan de la potencia médica, porque saben que no les creerá nadie. Porque la gente ve que los hospitales se caen a pedazos, que no hay medicinas, ni instrumental, y los médicos que quedan cobran por cirugías, consultas, tratamientos, o están ansiosos por largarse del país.
Que el cuento de la Abdala se lo crea otro, como todos sus cuentos.