Por Robert Pratt
Miami.- El torpedero cubano José Iglesias no encuentra acomodo en las Grandes Ligas, a pesar de ser un defensor sobre la media en su posición y de haber tenido buenos números a la ofensiva en los últimos años. Algo pasa con él que los equipo no quieren darle la oportunidad de jugar, en medio de un estira y afloja tremendo, que puede ponerle punto final a su carrera.
Iglesias, con 33 años cumplidos, viene de regreso en una carrera que le ha dejado una fortuna suficiente para no tener que preocuparse nunca más por buscar un trabajo, pero que no ha sido todo lo brillante que él hubiera querido, sobre todo en los últimos tiempos, con saltos bruscos de un equipo a otro, en intentos desesperados por hacerse importante.
La temporada de 2023 la arrancó en los Marlins de Miami. Al parecer había llegado al lugar ideal, al sitio de Estados Unidos con más compatriotas, en compañía de otros dos cubanos con carisma en el grupo, como Yuli Gurriel y Jorge Soler, este último comprovinciano y conocido desde los tiempos en los que ambos daban sus primeros pasos en las categorías inferiores del Habana, aunque en edades diferentes.
Sin embargo, al poco tiempo decidió decir adiós al equipo de Miami, porque la dirección no le daba oportunidades. Decidió irse a San Diego, donde el campo corto tiene un dueño absoluto en Xander Bogaerts, una referencia al ataque, por demás. Allí llegó con contrato de Ligas Menores y dijo que no solo trabajaba por un puesto como torpedero, sino que se adaptaba a jugar en la antesala o la segunda, por si pasaba cualquier cosa.
Tampoco subió. No tuvo opciones y decidió irse el fin de semana, porque no le daban opciones de llegar al primer equipo. Sin embargo, volvió a firmar, ahora con contrato de MLB, para tener un puesto en el roster con los Padres. Suena a inexplicable, pero es así, al menos por lo que trascendió en la tarde de este martes.
El torpedero, conocido como Candelita, fue oficializado como jugador de San Diego, pero enviado a la sucursal de Triple A de El Paso, donde tiene que hacer méritos para jugar de nuevo en Grandes Ligas, aunque por ahí hay quienes dicen que su carrera se acerca rápidamente al final.
Por el momento, tiene contrato y habrá que esperar para ver qué sucede, aunque un amigo en común cree que tendrá que cambiar de país si pretende seguir algunos años más viviendo del béisbol. Y cuando me dijo eso, dejó caer la posibilidad de que se vaya a México, porque da por descartado una huida a Japón, donde el trabajo físico diario termina por agotar a los peloteros veteranos.