Por Jorge Sotero
La Habana.- Algo raro tiene que haber pasado para que los medios cubanos no amanezcan este viernes, al menos en sus ediciones digitales, con noticias sobre el tiroteo que ocurrió ayer en La Habana. Es demasiado raro para unos periódicos que están siempre al tanto de cualquier disparo que suene en el mundo, sobre todo si es en Estados Unidos.
Lo del tiroteo es una verdad absoluta. Los vecinos del lugar, a dos cuadras de mi casa, lo escucharon y lo vieron. Y hay dos heridos: un hombre que huía y al que querían ajustarle alguna cuenta pendiente, y a la directora del local del Conjunto Folclórico Raíces profundas.
Según versiones, se escucharon cinco disparos, algo que también me suena raro, porque en Cuba no hay armas de fuego, más allá de aquellas que llevan los agentes del orden, de uniforme o encubiertos, y los militares. Solo algunos, muy contados, poseen licencia para escopetas de casa, aunque casi todos las guardan como trofeos, porque conseguir un cartucho es casi una odisea.
En fin, en la capital cubana, esa ciudad donde supuestamente no ocurren crímenes, no hay armas, los asaltos y los robos no existen, siempre según los voceros del castrismo y sus medios, hubo un tiroteo, con heridos, en público, en plena calle, por donde pasaban niños y viven familias. Y los medios hacen mutis.
Si hubiera sido en Miami, Houston o Los Ángeles, hoy todos los medios lo incluirían en sus páginas, y la Mesa Redonda anunciaría la presencia de un par de supuestos analistas de Estados Unidos para disertar sobre la criminalidad en aquel país.
En Estados Unidos sí ocurren tiroteos. De vez en cuando hay alguno, pero no todos los días, ni todas las semanas, incluso ni todos los meses. Y eso pasa en un país de 332 millones de habitantes, muchos de ellos con armas de fuego, y donde viven personas de todas las partes del mundo.
En Cuba, con poco más de 10 millones, llueven los crímenes: familias asesinadas en su totalidad para robarles dinero y joyas, un campesino degollado para quitarle un caballo, un estudiante extranjero apuñalado para robarle un teléfono, u otro, allá por Holguín, al que machetearon también por un celular.
Pero de eso no se habla en la prensa cubana, como tampoco se mencionan los continuos casos de feminicidio, que ya superan los 25, y Mariela Castro, la hija del que verdaderamente manda, niega que haya en el país violencia contra la mujer, porque, según ella, son situaciones normales.
Nada, que hoy desperté en plena madrugada para leer algo sobre el tiroteo en La Habana y me voy a acostar un rato más, totalmente preocupado, porque algo debe de haber pasado para que Granma, Juventud Rebelde o Cubadebate no hayan publicado nada sobre los disparos.