La inútil visita de Borrell a Cuba

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Por Anette Espinosa
La Habana.- El español Josep Borrell, alto representante de la Unión Europea (UE) para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, llegará a La Habana mañana para participar en el consejo conjunto impulsado por el Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación (ADPC) entre la UE y el país caribeño, en una visita que el castrismo no tiene más opción que asimilar, pero que aprovechará, como siempre para sacar rédito de ella.
Ante todo, no veo con buenos ojos el viaje a la capital cubana del alto diplomático europeo, porque lo considero una forma de validar a un régimen criminal, y si la culta Europa no negocia con otros gobiernos, por qué tendría que hacerlo con el castrocomunismo, que no solo encarcela a personas por pensar diferente, sino que mata a un pueblo de hambre y necesidades solo para mantener a una familia en el poder.
Antes de tomar el avión hacia la capital cubana, Borrell tendría que pensar en la situación de la isla, en los más de mil 100 presos políticos, condenados a penas tan largas que parecen irrisorias, por el solo hecho de pedir libertad y mejores condiciones de vida, en julio de 2021.
Tendría que recordar que los juicios fueron amañados, que los reos, casi todos jóvenes, no tuvieron un proceso judicial limpio, que los abogados no pudieron -o no tuvieron valor- de defenderlos, que los testigos, en la inmensa mayoría de los casos los puso la fiscalía, muchas veces sin haber estado presente en los actos por los cuales se les acusaba, en un montaje macabro para sancionarlos.
El gobierno cubano quiso dar un escarmiento, como mismo intenta darlo ahora con los que apresó en Caimanera, donde también ocurrió una revuelta contra el régimen. Impondrán condenas desproporcionadas, con la única intención de dar el ejemplo y evitar un levantamiento masivo que puede ocurrir en cualquier momento.
Encima de eso, las condiciones en las que viven los reos en las prisiones son infrahumanas. La alimentación es apenas nula y de una calidad pésima, la atención médica casi no existe, la mayoría ha perdido muchísimo peso y sus vidas corren peligro, como en los casos de José Daniel Ferrer, el líder de la Unión Patriótica de Cuba, o de los que encabezaron el Movimiento San Isidro, Luis Manuel Otero Alcántara y Maikel Osorbo.
Las familias de los presos políticos reclamaron una y otra vez, en las redes sociales crece el movimiento a favor de la liberación de todos, en especial de los que, cuando fueron condenados, eran adolescentes, sin llegar a la mayoría de edad, incluso alguno tenía -y tiene- problemas de salud mental.
El gobierno y su sistema represivo, que incluye a policías, policía política, la seguridad del estado y una enorme cantidad de chivatos y aprovechados, que siempre han estado pegado a la teta a cambio de migajas, persigue y acosa a todo el que intenta levantar su voz contra el castrismo o pretende visibilizar la situación actual de un país donde escasea todo lo elemental para vivir.
En Cuba no hay alimentos, ni los más elementales, y tampoco medicinas, médicos, ni transporte. No hay combustible, los apagones están a la orden del día, los hospitales se caen a pedazos y el parque habitacional cada vez está en peor estado, al extremo de que continuamente ocurren derrumbes en los que suelen morir personas. Encima de eso, la delincuencia se ha destapado y es rara la semana en la que no ocurren varios hechos de violencia.
En esa situación llegará Borrell a La Habana para una visita de tres días, que comenzará el 25 de mayo, y en la que se reunirá con el presidente y algún otro alto dirigente de la isla, de lo cual trascenderá solo lo que al gobierno cubano le interese. Y aunque puede -o es seguro- que interceda por la liberación de los presos políticos, como le pidió el Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH), poco conseguirá.
El OCDH le pidió también que reclamara la eliminación de los artículos del Código Penal que permiten reprimir por ideas políticas y establecen la pena de muerte como sanción, lo cual hará, de seguro, el alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y de Seguridad, aunque al final el gobernante de turno y los Castro, que son quienes verdaderamente dirigen Cuba, harán lo que más les convenga.
El Código Penal no lo tocarán, porque está hecho tal cual a ellos les interesa, y presos puede que liberen a alguno, pero la mayoría seguirá en las mazmorras castristas hasta que expiren sus condenas. De eso no tengo dudas, porque ha sido el modus operandi de siempre de la dictadura cubana.
Por esas razones, creo que Borrell, paladín de la libertad en la vieja y culta Europa, no debió venir a La Habana. No tiene nada que negociar con Díaz Canel y compañía, porque al final no conseguirá que el gobierno cambie un ápice su forma de actuar, y mucho menos que haya algún tipo de apertura.

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