Por Anette Espinosa
La Habana.- La farsa electoral cubana vivirá un capítulo más el venidero 28 de mayo, fecha escogida para la ‘elección’ de los gobernadores y vicegobernadores de cada una de las provincias del país, en un proceso complejo de explicar, hasta para el que escribe la nota en Granma.
Dice el líbelo del Partido Comunista, que cita a la presidenta del Consejo Electoral Nacional, Alina Balceiro Gutiérrez, que la elección se realizará “a través del voto libre, igual, directo y secreto” de los delegados de las Asambleas Municipales del Poder Popular.
Luego aclara, que “en cumplimiento de la Ley Electoral, es facultad del Presidente de la República formular las propuestas para esos cargos, las cuales ya fueron presentadas al CEN desde el 2 de mayo y serán entregadas a los delegados municipales con no menos de 72 horas de antelación a la fecha de la elección”.
Admito que no me atrevo a explicarlo, porque es casi inexplicable por lo complejo. Díaz Canel, el presidente que eligió Raúl Castro, decide quién gobernará en cada provincia y la Asamblea Municipal recibirá esa propuesta tres días antes de que tenga lugar la votación para decir sí -o tal vez no- a la sugerencia -llamémosle así- que envió el mandatario.
Para hacer transparente todo el proceso, esa lista le llegará a los electores con 72 horas de antelación. La justificación: no quiere el castrismo que nadie vaya a votar por alguien sin haberse estudiado bien su biografía, todo lo que ha hecho porque los cubanos lleven una vida placentera, las horas dedicadas a servir al pueblo. Por eso no permiten que los gobernadores sean elegidos allí, en la provincia, sino que los sugieren de arriba, en una boleta que, casi seguro, nada más tiene dos candidatos: el de gobernador y el de vicegobernador.
Vaya, que con este tipo de elecciones el castrismo se garantiza el poder por unos 64 años más. O al menos eso cree, pero hay cosas que conspiran en contra de sus intenciones: el cansancio del pueblo de sus dirigentes, de los barrigones impuestos, o de las adorables damas que han hecho carrera gracias a sus atributos sexuales, que todos las conocemos.
Luego, con otra farsa electoral, intentan vender la imagen de país democrático, y si se lo proponen hasta lo pueden explicar. Y no solo lo explican en los medios cubanos de prensa, sino en cuanto foro internacional visitan, en lo cual es un maestro el canciller Bruno Rodríguez Parrilla, el tipo de gesto serio y dicción impecable, que se las arregla siempre para decir lo que ni él se cree.
Pues nada, las provincias cubanas, esas regiones, urbanas y rurales, donde la gente padece todo tipo de necesidades, sin comidas, medicamentos, viviendas, combustibles, electricidad, y con las escuelas y hospitales cayéndose a pedazos, tendrán nuevos dirigentes. O tal vez sean los mismos, porque el Hombre de la Limonada puede decidir que alguno de ellos -o de ellas- sea reelecto, por más que el pueblo no pueda verlos ni en pintura.
En fin, otra elección en Cuba. Y no será la última. La onda es mantener al pueblo pensando en algo -dirán los dirigentes- aunque el vulgo no piensa más que en buscar lo elemental para vivir.