Hugo Cancio es aliado del castrismo y Biden también

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Por Jorge Sotero
La Habana.- Han pasado días desde que se supo que la empresa Fuego Enterprises Inc., propiedad del cubano americano Hugo Cancio, comenzaría a importar automóviles para venderlos en Cuba. La noticia se escurrió en los medios independientes y en las redes sociales, cual si no fuera importante, como una de esas otras que pasan sin que la mayoría le preste atención. Pero vale la pena hurgar en ella.

Ante todo, vale recordar que Hugo Cancio no es un empresario cualquiera. Es, tal vez, el más cercano colaborador de la dictadura desde Estados Unidos. Cierto que es el dueño de Oncuba, esa revista que camina a medias entre los medios gubernamentales y los de la oposición, o los independientes, como quieran llamar a los que están en contra del régimen. Y es también propietario de Katapulk, la plataforma de ventas online, donde puedes encontrar productos a unos precios tan caros como si los fueran a llevar a la Estación Espacial Internacional.
Pese a todo eso, muchos cubanos residentes en el exterior se aferran a ella, porque no hay otra opción a la hora de comprar carnes o leches y enviarlos a sus familiares en Cuba, por solo mencionar dos de los productos más deficitarios.
Hugo Cancio, como sus amigos del gobierno cubano, quiere que todo siga en Cuba tal cual está. A él no le interesa mejoría alguna, porque le saca partido a la situación. Y tal vez hace bien, porque vela por sus intereses, que, al final, es el objetivo de todos los empresarios. Y si tiene permiso de Estados Unidos, pues adelante: a consumar otra tomadura de pelos al ciudadano común, al obrero, al jubilado, al niño que no tiene ni zapatos para ir a la escuela.
Mientras Hugo Cancio se centra en llevarle autos, algunos de ellos por supuesto, a la élite cubana, y mientras Katapulk reparte comida a aquellas familias cuyos hermanos o padres le compran desde el exterior, la inmensa mayoría de los cubanos pasa hambre -así, literalmente- sin poder soñar con tener un vehículo en su vida, porque todos los fondos y todo el tiempo tienen que estar destinados a buscar algo con qué alimentarse y alimentar a los suyos.
Cuba está así, además de por culpa de los propios cubanos y de la dictadura castrocomunista, por personajes como Hugo Cancio, que ayudan al régimen a lavarse la cara, a vender la imagen de apertura económica y política, cuando lo que hacen en realidad es terminar de sacarle los últimos y pocos centavos que le queda a la cada vez más empobrecida población cubana.
El productor de la película Zafiros, locura azul podrá hacer crecer sus arcas, su fortuna se multiplicará, pero su conciencia no estará tranquila, como tampoco puede estarlo la de esos personeros de la Administración Biden, que le abren las manos al castrismo y permiten que continúen viviendo de las mismas bondades que le niegan al resto de los cubanos.

De lo contrario, que alguien me explique qué beneficios puede tener para el obrero de Cumanayagua, el campesino de La Sierpe o el maestro de Centro Habana que permitan exportar vehículos desde Estados Unidos hacia Cuba. Ningún beneficio, solo intentan acomodar cada vez más a la cúpula gobernante y a los lacayos que siempre tuvo, para que vivan cada vez mejor, en detrimento de los cada vez más empobrecidos cubanos.
No se preocupa el régimen por importar zapatos, cuadernos, lápices ni comida. Permite que importen autos, cuyos impuestos para un cubano común serían impagables, porque representan tanto como un carro de cero kilómetros comprado en el propio país donde los construyen. El impuesto va a sus arcas, a las cuentas de los socios de Hugo Cancio dentro de las fronteras cubanas, que no son otros que los hijos y los nietos de Raúl Castro y sus generales más cercanos.
Los cubanos, dijo Fuego Enterprises en un comunicado, pueden adquirir carros nuevos o de uso, frabricados entre 2018 y 2023, en una gama que va desde autos pequeños hasta grandes, de las marcas Ford, Toyota, BMW, Mercedes Benz, Tesla, Cadillac, Nissan y Chevrolet.

El permiso del Departamento de Estado condiciona las exportaciones desde suelo estadounidense, a que quienes se beneficien sean representantes del sector privado y no funcionarios del régimen, pero resulta que la mayoría de las mypimes involucradas en los negocios que de verdad dan dinero, están controladas por los jerarcas del castrismo y sus familiares, entre ellas las de vehículos, detrás de las cuales está la mano de Raúl Guillermo Rodríguez Castro, alias el Cangrejo, escolta y nieto predilecto del dictador Raúl Castro.
El permiso incluye también tractores, camiones y equipos agrícolas, todo eso en momentos en que algunas personas han comprado hasta en mil pesos cubanos el litro de gasolina, ante la crisis de combustibles que atraviesa el país, y que en cualquier momento podría llegar a movilidad cero, porque, al parecer, ni sus aliados rusos, ayudan al castrismo con carburantes.
Por ahora, Hugo Cancio enviará de Estados Unidos a Cuba vehículos. Su cercanía al castrismo hará crecer su cuenta bancaria, pero también la mala voluntad de los cubanos comunes, por su servilismo con la dictadura.

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